Los resultados políticos y religiosos de la Cruzada fueron efímeros. Cuenta el historiador belga Henri Pirenne que el reino de Jerusalén y los principados de Edessa y Antioquía fueron reconquistados por los musulmanes en el siglo XII, pero el mar ha quedado en manos de los cristianos. Y son ellos los que ahora ejercen la preponderancia económica. Toda la navegación en las “escalas del levante” les pertenece. Sus establecimientos comerciales se multiplican con sorprendente rapidez en los puertos de Siria, Egipto y en las islas del mar Jónico. Mediante la conquista de Cerdeña (1022). Córcega (1091) y Sicilia (1058-1090) arrebatan a los sarracenos las bases dé operación que, desde el siglo IX, les habían permitido mantener a occidente bloqueado.
Por otro lado hay que contar según manifiesta Pirenne que no existía ningún tipo de escrúpulo que afectase a los venecianos en aquella epoca. Su religión es una religión propia de gentes de negocios. Les importa poco que los musulmanes sean los enemigos, si el comercio con ellos puede ser rentable. En el curso del siglo IX consiguen relacionarse, cada vez más asiduamente, con Alepo, Alejandría, Damasco, Keruán y Palermo. Tratados, comerciales le garantizan una situación privilegiada en los mercados del Islam. A comienzos del siglo XI, el poderío de Venecia ha progresado tan increíblemente como su riqueza.
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