miércoles, 22 de agosto de 2018

¿Cómo podemos librarnos de la amargura?


¿Cómo podemos librarnos de la amargura? Resolviendo los conflictos con rapidez. Muchas veces nos sucede que tenemos un problema y en vez de resolverlo, lo desplazamos. Por ejemplo, si estamos atravesando una crisis de pareja, desplazamos nuestro malestar y terminamos enfureciéndonos con nuestros hijos o con un compañero de trabajo. En realidad lo que hacemos es desplazar la rabia hacia otros ámbitos, porque no resolvimos el verdadero problema, el conflicto con nuestra pareja. Si nos gritan en el trabajo, llegamos furiosos a casa y maltratamos a nuestra mascota. Si nos contestó mal un amigo, cuando nos sentamos a la mesa no nos gusta la comida, o no es lo que esperábamos. El problema no es lo que dice el otro, sino lo que nos decimos a nosotros mismos. 

Por eso, dice Bernardo Stamateas, “cada vez que tengas un conflicto con alguien y te pelees, mira hacia dentro porque probablemente has acumulado resentimiento, te has sentido pisoteado, desvalorizado o estás desviando un problema que en realidad es personal. Cada vez que nuestra mente ante un recuerdo doloroso elige enterrarlo, ese recuerdo gana poder. Al no poder resolver ese recuerdo, esas palabras, esa desvalorización, se guardan y se vuelven más poderosos. Siempre debes permitirte recordar las experiencias tristes que hayas pasado en la vida. Se suele aconsejar a quien está atravesando un duelo que se distraiga, que piense en otra cosa. En realidad, lo mejor es recordar lo sucedido para que la persona no lo “guarde en el desván” y el recuerdo se potencie. 


Giorgio Nardone
Giorgio Nardone terapeuta italiano, daba la siguiente tarea a los pacientes que habían sufrido algún trauma: “Anota en un cuaderno todos los días y durante media hora el recuerdo de ese trauma con lujo de detalles. Hazlo durante diez días”. En los primeros días los pacientes lloraban al escribir su recuerdo. Sin embargo, con el paso del tiempo, notaban que ese recuerdo ya no tenía tanto poder y que el dolor había desaparecido. Este terapeuta descubrió que enfrentarse a un recuerdo y traerlo voluntariamente a la memoria permite empezar a controlarlo y a “gastar” la emoción.

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