Cuando los periodistas hablan de las personas muertas y arrojadas a las cunetas en la guerra civil, casi siempre se olvidan del hecho que dentro de la llamada “guerra civil oficial” había otra guerra civil dentro de la zona republicana.
George Orwell cuenta en su libro “Homenaje a Cataluña” que “las cárceles estaban abarrotadas de personas detenidas, y había más presos, por supuesto, siempre anarquistas y miembros del POUM, que continuaban desapareciendo en ellas solos o acompañados. Por lo que se pudo averiguar, ningún preso fue nunca acusado o juzgado, ni siquiera acusado de algo tan definido como trotskismo. Simplemente se arrojaba a un hombre a la cárcel y allí se le mantenía, por lo común, incomunicado. Los “estalinistas” tenían la sartén por el mango y, por lo tanto, se daba por descontado que todo “trotskista” estaba en peligro.
El POUM fue disuelto. Sus edificios fueron confiscados,y prácticamente todo el mundo fue a la cárcel, y fusilaron a gente, dice Orwell. Las noticias sobre arrestos prosiguieron sin cesar a lo largo de meses, hasta que el número de prisioneros políticos, sin contar a los fascistas, llegó a varios miles. Una de las cosas a destacar es la autonomía de los cargos policiales inferiores. Muchos de los arrestos eran abiertamente ilegales, y diversas personas cuya liberación fue dispuesta por el jefe de policía, se vieron arrestadas otra
vez en los portones de la cárcel y llevadas a “prisiones secretas”. La policía, por lo menos al principio, parecía por completo indiferente al efecto que sus acciones pudieran tener sobre la guerra. Estaban dispuestos a encarcelar a militares con cargos de importancia sin obtener permiso por anticipado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario