martes, 8 de agosto de 2017

Si se hace del afecto el amor absoluto de la vida humana, la semilla del odio germinará.

Afecto.
El afecto produce felicidad si hay, y solamente si hay, sentido común, el dar y recibir mutuos, ese tira y afloja, y honestidad; en otras palabras, dice Lewis: sólo si se añade algo más que el mero afecto, algo distinto del afecto, pues el sentimiento solo no es suficiente. Se necesita sentido común, es decir, razón; se necesita tira y afloja, esto es, se necesita justicia que continuamente estimule al afecto cuando éste decae, y en cambio lo restrinja cuando olvida o va contra el arte de amar; se necesita honestidad, y no hay por qué ocultar que esto significa bondad, paciencia, abnegación, humildad, y la intervención continua de una clase de amor mucho más alta, amor que el afecto en sí mismo considerado nunca podrá llegar a ser. Aquí está toda la cuestión: si tratamos de vivir sólo de afecto, el afecto nos hará daño.


El poeta romano dice “Yo amo y odio”; y sigue diciendo
Lewis, incluso otros tipos de amor admiten esa misma mezcla, pues si se hace del afecto el amor absoluto de la vida humana, la semilla del odio germinará; el amor, al haberse convertido en dios, se vuelve un odio.

El afecto produce felicidad si hay, y solamente si hay, sentido común

el amor, al haberse convertido en dios, se vuelve un odio.

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