La moral secular equipara con frecuencia crecimiento y desarrollo a progreso, pero no necesariamente existe tal conexión. Según algunos criterios éticos, un mayor bienestar material podría considerarse perjudicial para la naturaleza espiritual del ser humano. Ni siquiera con criterios contemporáneos pueden considerarse síntomas de progreso la producción cada vez mayor de armas nucleares, químicas y biológicas, o la utilización de sistemas productivos que envenenan el medio ambiente, aunque sean manifestaciones de desarrollo económico. Otra razón por la que crecimiento y desarrollo no se pueden equiparar automáticamente a progreso es que un aumento de la renta per cápita no nos dice nada respecto a la distribución de dicha renta.
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