viernes, 25 de agosto de 2017

En la historia ha habido unos pocos ejemplos de sistemas mundiales tan globalizados.

En la historia solo ha habido unos pocos ejemplos de sistemas mundiales tan globalizados. El que existió durante la Edad del Bronce tardía y el que hoy tenemos son dos de los ejemplos más obvios. En fecha reciente la profesora británica Carol Bell ha señalado que “probablemente, la importancia estratégica del estaño en la Edad del Bronce tardía… no era tan distinta de la del petróleo hoy en día”. En aquella época, solamente se podían obtener grandes cantidades de estaño en minas concretas de la región afgana del Badajshán, y había que traerlo por vía terrestre hasta los emplazamientos de Mesopotamia (hoy Iraq) y el norte de Siria, desde donde lo distribuían a lugares situados más al norte, al sur o al oeste, o continuaban camino por mar hacia el Egeo. Bell prosigue: “Disponer del estaño suficiente para fabricar… armas de bronce de calidad tuvo que inquietar al gran rey de Hattusa y el faraón de Tebas ¡del mismo modo en que abastecer de gasolina, a un precio razonable, a los conductores de todoterrenos de Estados Unidos preocupa hoy al presidente del país!”.


La arqueóloga Susan Sherratt, que estuvo en el Ashmolean
Susan Sherratt
Museum de Oxford y hoy enseña en la Universidad de Sheffield, empezó a apuntar esta comparación hace una década. Señaló que hay varias “analogías verdaderamente útiles” entre el mundo de 1200 a. C. y el de hoy, incluido el aumento de la fragmentación política, social y económica, además de la existencia de un intercambio directo “en niveles sociales sin precedentes y a distancias sin precedentes”. Especialmente destacable es su comentario de que, a finales de la Edad del Bronce tardía, la situación era comparable a nuestra propia “economía y cultura global, cada vez más homogénea pero incontrolable, en la que… las incertidumbres políticas de una zona del mundo pueden afectar de forma extrema a las economías de regiones situadas a miles de kilómetros de distancia”.

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