Para una familia que se tira los trastos a la cabeza frecuentemente, hay una solución muy simple, que sus miembros se pongan de acuerdo en tratarse como amigos, más que como parientes; que muestren entre sí la misma consideración y cortesía que mostrarían, no ya sólo a amigos, sino a personas conocidas eventualmente; que usen tanto como quieran expresiones del estilo de “por favor”, “gracias”, “¿te importaría…?", “perdona” y “lo siento”; que vayan con cuidado con los resentimientos que vienen de fuera y buscan una cabeza inocente que hacer rodar; que cada uno se vigile especialmente cuando esté cansado o preocupado sin razón; sobre todo, que cada uno tenga el suficiente sentido del humor para soportar las faltas de los demás.
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