La idea de que los artistas deben enfrentarse a la sociedad convencional es todo menos nueva. Tiene su origen en el siglo XVIII, en el movimiento romántico que extendió su influencia a casi todo el arte del siglo XIX. Su máxima expresión fue La Bohème, de Giacomo Puccini, un canto a esa decadencia parisina que hoy llamaríamos un estilo de vida alternativo. En aquellos tiempos, un artista que se preciara moría de tisis, no de sobredosis o en una carrera callejera de coches. Pero para el caso, es lo mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario