Un ministro de educación socialista, Fernández de los Ríos, hablaba de aristarquía, un término que habla de la posibilidad de ascender de los mejores. Para él, el socialismo era precisamente eso, el régimen político que no cerraba las puertas a la mejora. Es diferente de la aristocracia, que es el gobierno de los mejores, pero no contempla el ascenso. Cuando quieres un mecánico quieres el mejor, lo mismo con un médico o un dentista… Si para tu satisfacción personal quieres lo mejor, ¿por qué no para la comunidad? ¿Qué ha sido del bien común?, se pregunta el filósofo Gregorio Luri.
Si miras a los ojos a un niño pobre, ¿puedes asegurar cuáles serán sus resultados en matemáticas? No. El individuo no está determinado, por mucho que se quiera determinarlo sociológicamente. Ese niño, dice el filósofo Luri, exige que le des todo lo que puedas, y necesitas que él te corresponda de alguna manera.La inspiración a mejorar no es ni de derechas, ni del neoliberalismo; tiene que ver con la concepción de la virtud de cada persona. Cualquier defensor y cualquier crítico de la meritocracia, delante de un niño pobre, ¿justificarán sus suspensos por su pobreza? Eso es dar por supuesto que si eres pobre eres menos moral.La aspiración a superarnos es lo que nos hace humanos. No se trata ni de pobres ni de ricos, sino de aceptar que somos responsables de nuestros actos. Diluir la responsabilidad en ideología es inmoral.

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