viernes, 29 de agosto de 2025

Un sistema político que glorificaba la crueldad bolchevique y denigraba la vida

Los archivos del Estado ruso confirmaron que fue Lenin el iniciador del empleo del terror por parte del Estado soviético. El 11 de agosto de 1918, Lenin escribió a los líderes del Partido en Penza dando instrucciones sobre cómo tratar a los campesinos: ¡Camaradas! La revuelta de los cinco volosts kulaks debe ser reprimida sin piedad… Tenéis que ahorcar (ahorcar sin falta, para que el público lo vea) al menos a cien kulaks destacados, los ricos y los chupasangres… Ejecutad a los rehenes, tal como se dijo en el telegrama de ayer. Esto hay que hacerlo de manera que la gente, en cientos de kilómetros a la redonda, lo vea, tiemble, sepa y grite: ahoguemos y estrangulemos a esos kulaks chupasangres. Telegrafiad acusando recibo y la ejecución de esto. Vuestro, Lenin. P. D.: Utilizad para esto a vuestros hombres más duros. También fue Lenin quien dio la orden de “ejecutar por pelotón de fusilamiento” a los sacerdotes de Shuia, quien ordenó a Nikolai Krestinski: “Es necesario preparar en secreto, y urgentemente, el terror”, y quien reconoció en 1920: “No vacilaremos en fusilar a miles de personas”. ¿Qué tuvo, pues, de sorprendente que Lenin, que inició el proceso, diera paso a Stalin, que aceleró la desaparición de millones de personas? Stalin aplicó metódica e implacablemente los mismos métodos a mayor escala, pero el retórico argumento según el cual “cuando se nos reprocha nuestra crueldad, nos preguntamos cómo se puede olvidar el marxismo más elemental” era también de Lenin. Así pues, las consecuencias del estalinismo no fueron un accidente ni una “aberración socialista”, como pretendió argumentar Jruschov. El Terror fue una continuidad histórica en un sistema político que glorificaba la “crueldad bolchevique” y denigraba el valor de la vida humana. 


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