Segunda Guerra mundial, los niños se esconden |
En el caos que siguió a la Segunda Guerra Mundial, muchos niños habían sido separados de sus familias y vivían juntos en grupo por seguridad. En 1946 había unos 180.000 niños vagabundos en Roma, Nápoles y Milán. Dormían en portales y callejones y se mantenían vivos mediante el robo, la mendicidad y la prostitución. El problema era tan grande que el Papa hizo un llamamiento al mundo en busca de ayuda para los niños italianos “que vagaban sin rumbo
por las ciudades y pueblos, abandonados y expuestos a muchos peligros”. En Francia los granjeros les encontraban a menudo durmiendo en pajares. En Yugoslavia y en el este de Eslovaquia los partisanos encontraban grupos de ellos medio muertos de hambre viviendo en bosques, cuevas y ruinas. En el verano de 1945, sólo en Berlín había 53.000 niños perdidos.
Miles de niños deambularon sin rumbo. |
Los estudios psicológicos de huérfanos muestran que a menudo son mucho más propensos a la ansiedad y la depresión que otros niños, dice Lowe. Están más predispuestos a comportarse de un modo errático y antisocial, son más proclives a contemplar el suicidio, sus índices de abuso de drogas y alcohol son más altos, su autoestima es más baja y su salud más precaria.Los padres representan para los niños la solidez del mundo y su funcionamiento. Cuando de pronto
los niños se ven privados de sus padres, pierden los cimientos sobre los que está edificada su comprensión del mundo. Además del proceso normal de sufrimiento, estos niños han de hacer frente al hecho de que, desde su punto de vista, el mundo se ha convertido en un lugar básicamente inestable.
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