Se creyó que las autonomías traerían la integración de los nacionalismos catalán y vasco en el quehacer nacional, pero esas expectativas no se cumplieron, o solo muy a medias. En su afán por atraerse a los nacionalismos, el presidente de gobierno Adolfo Suárez les dio, entre otras, la baza crucial de la enseñanza, utilizada de inmediato como instrumento de propaganda de los separatismos, de aversión a España y de vulneración de los derechos de los castellano hablantes, generalmente mayoritarios.
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