Si tratamos a las personas como objetos nos relacionamos indebidamente e insatisfactoriamente. Caemos en la banalización y la superficialidad de los vínculos, que conecta con lo que el sociólogo Zygmunt Bauman retrata como “relaciones líquidas”. Si los demás son reemplazables, se imposibilita la creación de vínculos genuinos, y nos movemos en un mundo donde cada vez es más complicado encontrar relaciones sanas, o lo que desde la teoría psicológica se conoce como apegos seguros. En esta hipersexualización, se banalizan todos aquellos vínculos afectivos no sexuales, volviendo cada vez más complicado el desarrollo de relaciones auténticas, profundas y estables en el terreno de la amistad, la fraternidad, o incluso la familia. Ante el detrimento de las relaciones, se hace cada vez más fácil encerrarse en uno mismo, caer en el vacío e insatisfacción emocional, en las carencias afectivas y en los malos hábitos o adicciones. Un caldo de cultivo perfecto para que se siga mirando a los demás de un modo superficial, donde la sexualización, la cosificación y la gratificación momentánea se pongan por delante de la ética, de la empatía, de lo que trasciende, y en definitiva, de las personas.
Referencia: Miradas superficiales y relaciones líquidas. Mariaje Ruiz






