Según datos del Global Center for Innovation, entre el 25% y el 40% de las obras vendidas por todo el mundo son falsas.El mercado de las obras de arte ha pasado a convertirse en un escenario de especulación y de estafas en muchas ocasiones.
Un caso llamativo, la polémica con el cuadro ‘Salvator Mundi’, atribuido a Leonardo Da Vinci, que colocó el oligarca ruso Dimitri Rybolóvlev. Su fortuna asciende a unos 11.400 millones de dólares y lidera el ranking de los divorcios más caros de la historia tras pagar en 2014 más de 4.500 millones de dólares a su ex mujer.El cuadro de la polémica, donde Cristo aparece pintado como ‘Salvador del Mundo’, ha sido analizado por infinidad de críticos de arte, pues aseguran que parece más un lienzo abstracto que una pintura del Renacimiento. La pieza fue adquirida por Mohammed bin Salman, heredero de Arabia Saudí, en una subasta celebrada en la casa Christie's de Nueva York en 2017 por unos 450 millones de euros. Suponía la mayor compra de arte de la historia. Se cree que el ‘Salvator Mundi’ fue pintada a mediados del siglo XVI, y aunque ha pasado por infinidad de lugares en los últimos cinco siglos, se mantuvo desaparecida hasta el 2005. Al aparecer en Nueva Orleans, fue vendida por 10.000 dólares, ya que tenía signos de haber sido repintado y parecía ser una copia. No obstante, un arduo trabajo de investigación del ex director de la National Gallery, Nicholas Penny, concluyó que se trataba de una obra original de Da Vinci.Antes de que Rybolovlev lo vendiese, le fue colocado entre 2003 y 2014 por unos 2.000 millones de euros en un conjunto de 38 telas de Gauguin, Rodin o Modigliani, entre otros. En aquella ocasión, decidió demandar al marchante suizo Yves Bouvier por estafarle 1.000 millones de euros al venderle la pinacoteca con unos márgenes realmente desorbitados. Una estafa a millonarios en cadena.
En 2021 trascendió el caso del artista Iñigo Philbrick, que fue condenado ante un juez del Tribunal Federal de Distrito en Manhattan. Había cosechado una larga trayectoria de estafa a millonarios del mundo del arte de Nueva York, Miami y Londres. Se declaró culpable de defraudar a compradores de arte más de 86 millones de dólares, aunque las cifras a posteriori ascendieron. Pasó a convertirse en ‘el mini Bernie Madoff del arte’, carismático por su capacidad para engañar a multimillonarios de todo el mundo.