Álex Rosal no se anda con circunloquios, de modo que su descripción del mundo posterior a la guerra (en caso de que los “guardianes”, es decir, quienes se oponen a los “bárbaros”, no hagan nada) coincide con los objetivos de la Agenda 2030 y un conocido vídeo del Fondo Monetario Internacional: “No podrás educar a tus hijos como consideres … No podrás tener libertad de movimientos … No podrás tener propiedades … No podrás comer carne … La clase media se empobrecerá”. Será un “mundo feliz” en el que la disidencia ante los “nuevos derechos” no se admitirá (¿quién se opone hoy a los llamados “derechos LGTB”?), y en el que, como ya sucede, las herramientas digitales serán de enorme ayuda para saber qué hace, dónde, cuándo y cómo cada ciudadano. Coches con sistemas de monitoreo, además de las aplicaciones que ya tenemos instaladas en nuestros móviles. Un mundo de altos impuestos (como vemos, es lo que ya sucede, pero que irá a más), de ideología de género y donde la familia y otras entidades tradicionales han sido sustituidas por el Estado y por la profusión de “colectivos” e “identidades”. Un mundo de individuos, grandes empresas y gobiernos arbitrarios y cada vez más poderosos.
Rosal arguye que es precisamente el miedo una de las herramientas de los bárbaros. Si no cumplimos las órdenes de los bárbaros, el planeta morirá y los fascistas gobernarán la tierra. Suena este argumento.
Rosal arguye que es precisamente el miedo una de las herramientas de los bárbaros. Si no cumplimos las órdenes de los bárbaros, el planeta morirá y los fascistas gobernarán la tierra. Suena este argumento.







