miércoles, 20 de noviembre de 2024

En política debes ser leal a ti mismo, a tu partido, a la gente que te ha votado y también al país

Para disfrutar de la política y para hacerlo bien, debes pensar que estás trabajando por todos, independientemente de si te han votado o no. Incluso cuando la realidad política te obligue a elegir los intereses de un grupo frente a los de otro, nunca debes olvidar que los perdedores han pagado un precio por las decisiones que has tomado. Ser un buen político implica ser responsable ante la gente que te eligió y ser responsable por tus acciones.
La política no es la guerra, sino nuestra única alternativa viable a la misma. La democracia no puede funcionar en ausencia de una cultura de respeto a tu antagonista. En política debes ser leal a ti mismo, a tu partido, a la gente que te ha votado y también al país. Dado que estas lealtades van a entrar en conflicto, debes dejar claro antes de empezar que puede llegar un momento en que tengas que poner a tu país por encima de todo lo demás.
Referencia: Fuego y cenizas: Éxito y fracaso en política (Michael Ignatieff)


El concepto de libertad basado en la liberación de la pobreza

“Con independencia de lo que se consiguiera o se dejara de conseguir con la Revolución francesa (y, desde luego, no consiguió la igualdad de los hombres), liberó a los pobres de la oscuridad, de la invisibilidad. Lo que se ha considerado irrevocable desde entonces es que los que estaban entregados en cuerpo y alma a la libertad podían aceptar una situación en la que estar libre de la necesidad (la libertad para ser libres) era privilegio de una minoría. En lo que se refiere a la relación original entre los revolucionarios y las masas de pobres que acabaron sacando a la luz, permítaseme citar la descripción explicativa que hace lord Acton de la marcha de las mujeres a Versalles, uno de los puntos de inflexión más destacados de la Revolución francesa. Las participantes en la marcha, decía, “desempeñaron el papel legítimo de unas madres cuyos hijos se morían de hambre en unos hogares sórdidos, y de ese modo prestaron a unas motivaciones que ni compartían ni entendían (es decir, la preocupación por el gobierno) una ayuda comparable a la de una punta de diamante a la que nada puede resistirse”. Lo que el pueblo, tal como lo concebían los franceses, aportó a la revolución y lo que estuvo de todo punto ausente en el curso de los acontecimientos que se desarrollaron en Estados Unidos fue el carácter irresistible de un movimiento que ningún poder humano era ya capaz de controlar. Esa experiencia elemental de algo irresistible trajo consigo una imaginería completamente nueva, que hoy seguimos asociando casi de forma automática con nuestras ideas acerca de los acontecimientos revolucionarios. Cuando Saint-Just exclamaba, bajo el efecto de lo que tenía ante sí, “les malheureux sont la puissance de la terre”, se refería al gran torrente revolucionario cuyas olas tempestuosas empujaban y arrastraban a sus actores, hasta que la vorágine se los tragaba y los hacía desaparecer de la superficie para perecer junto con sus enemigos, los agentes de la contrarrevolución. O a la tempestad y la poderosa corriente de Robespierre que, alimentada por los crímenes de la tiranía por un lado y por el progreso de la liberación por otro, fue incrementando constantemente en rapidez y violencia. O a lo que algunos espectadores relataban: “Un majestuoso río de lava que no respeta nada y que nadie puede detener”, un espectáculo que había caído bajo el signo de Saturno, “la revolución devorando a sus hijos” (Vaugirard). Las palabras que cito aquí fueron pronunciadas todas por hombres profundamente comprometidos con la Revolución francesa y dan testimonio de acontecimientos de los que fueron testigos presenciales, no de cosas que hicieran ellos mismos o que se propusieran hacer intencionadamente. Eso fue lo que ocurrió, y esos sucesos dieron a los hombres una lección que ni en sus esperanzas ni en sus temores se ha olvidado nunca. Tal lección, tan sencilla como nueva e inesperada, es, como decía Saint-Just, la siguiente: “Si deseáis fundar una república, debéis encargaros primero de sacar al pueblo de un estado de miseria que lo corrompe. No se tienen virtudes políticas sin orgullo. No se tiene orgullo en la indigencia”. Este nuevo concepto de libertad basado en la liberación de la pobreza cambió el rumbo y el objetivo de la revolución. La libertad había pasado a significar ante todo “vestido, comida y reproducción de la especie”,” escribe la filósofa e historiadora Hannah Arendt.

martes, 19 de noviembre de 2024

Principio de universalidad de las leyes de la naturaleza

Lucrecio

Lobo come el cordero y con el cordero forma lobo, el cordero come hierba y con la hierba forma cordero. Esto fue advertido hace ya mucho tiempo, desde Demócrito y Epicuro. Lucrecio lo dice de la manera siguiente: “… y ello de tal modo que la naturaleza muta en cuerpos vivos todas las formas posibles de comida”. El cambio continuo de los seres vivos en otros seres vivos, independientemente de formas y propiedades, permitió a los atomistas griegos imaginar un principio común, un constituyente invisible que podría dar lugar, con distinto ordenamiento, a las distintas criaturas vivientes. La teoría atomista no tiene otro fundamento. Esta idea de que el cambio de un ser vivo en otro sólo es posible debido a estar hecho de las mismas partes, pero ordenadas de otro modo, ha permanecido a lo largo de los siglos y está en la base de las grandes teorías físicas recientes. Al notar, como sucede día a día a partir de los datos proporcionados por los grandes aceleradores, que cada partícula libre en una interacción propia genera otras partículas, se llegó a la idea de que “un principio común, un constituyente invisible, pero con distinto ordenamiento, da lugar a las distintas partículas libres”. Esta afirmación sólo ha requerido sustituir “seres vivos” por “partículas libres”. Es más, para extender la analogía, basta con sustituir teoría atomista por gran unificación. Incluso si la comparación no es del todo válida, la parábola del lobo, el cordero y la hierba habla en favor del maravilloso poder de razonamiento de los atomistas griegos. La habilidad de la naturaleza en generar especies y, por lo tanto, en producir cantidades de los mismos seres es inmediatamente generalizada por Lucrecio: “El mismo principio nos convence de que el cielo, la tierra, el sol, la luna y cualquier cosa viva no son únicos, sino que, por el contrario, existen en número infinito…”. Esta generalización ha llegado hasta nosotros. La versión moderna hablaría de un principio de universalidad de las leyes de la naturaleza, con la diferencia de que, en lugar de tratarse de una especulación, descansa sobre gran cantidad de datos observables. 
Referencia: Proceso azar ( Peter Theodore Landsberg; Günter Ludwig;  Margalef; Ilya Prigogine; Evry Schatzman; Jorge Wagensberg).


Las dictaduras españolas del siglo XX se presentaron como las herederas del regeneracionismo

El rey Alfonso XIII y el dictador Miguel Primo de Rivera
El peso económico de Cuba en el conjunto de nuestras relaciones coloniales era singularmente relevante, lo que traerá una serie de repercusiones muy profundas sobre la Península. Es ese volumen económico lo que había impedido a la oligarquía española enfrentarse al problema cubano con una dosis mínima de objetividad y de ecuanimidad. Quisieron conservarlo todo y mantener allí intocables sus privilegios seculares, y el resultado fue que acabaron perdiéndolo todo.
Como fenómeno cultural y político el regeneracionismo constituye uno de los referentes centrales de la España de 1900. Apenas hay espíritu antidemocrático en el regeneracionismo de 1900. Pero es un movimiento que bascula entre la derecha y las posiciones de centro. Esto ha contribuido a que las dictaduras españolas del siglo XX (la de Primo de Rivera y la de Franco) se hayan presentado como las herederas de los programas y del estilo regenerador. Los dos militares habrían sido el “cirujano de hierro” que Costa pide para España al terminar el siglo XIX. Y Tierno Galván acepta esta interpretación al afirmar que el regeneracionismo y Costa conforman las bases programáticas de toda la derecha española del siglo XX,escribe el profesor José Luis Abellán de la Universidad Complutense.


lunes, 18 de noviembre de 2024

La desnudez de algunas iglesias

¿Tendría sentido que hubiera medios económicos para construir lugares de diversión y de recreo con buenos materiales, incluso lujosos, y que para el culto divino sólo se encontraran lugares, no pobres, sino pobretones, fríos, desangelados? Entonces tendría razón el poeta francés Paul Claudel,cuando dice que la desnudez de algunas iglesias es “la manifestación al exterior de nuestros pecados y defectos: debilidad, indigencia, timidez en la fe y en el sentimiento, sequedad del corazón, falta de gusto por lo sobrenatural…”.

Nación

En 1944, Guido Zernatto publicó Nation: the History of a Word, un artículo en el que a través de una perspectiva lingüística pretendía analizar la evolución de la palabra nación a lo largo de la historia, con el fin de acceder a un significado completo de la misma. Partía de la antigua Roma, donde el término natio poseía un cariz despectivo y se usaba para designar a los grupos de extranjeros no ciudadanos procedentes de una misma región geográfica y que habitaban en las ciudades coloniales del territorio bajo dominio romano. Durante la Alta Edad Media, Zernatto reduce el uso del término nación al ámbito universitario, donde se utilizaba para separar a los estudiantes según sus regiones de origen. Nación fuera del ámbito universitario, aunque por extensión comenzó a aplicarse en los concilios ecuménicos, es decir, las asambleas celebradas por la Iglesia en las que eran convocados los obispos para debatir sobre la teoría y práctica religiosa. Se denominaba, entonces, nación a las secciones entre las que se dividía el voto en dichos concilios. En el siglo XIV cómo, en algunas Cortes y otras asambleas, los estamentos llamados a las mismas comenzaban a denominarse naciones. Esto mantuvo la concepción de nación como una comunidad de élites con un mismo origen geográfico hasta el siglo XIX, sin que la Revolución francesa alterara en su momento esta característica del término. La propia Revolución francesa, de hecho, quiso distinguir entre los conceptos pueblo y nación desde sus inicios. Su objetivo era que las altas clases burguesas pasaran a engrosar las filas de la nación, pero no el pueblo llano. La forma de llevar esto a cabo era el sufragio censitario, que impedía que todo el pueblo francés pudiera ser considerado como nación en tanto que la gran mayoría no poseían derecho a la participación política y, por lo tanto, no formaban parte de la soberanía nacional. 
Hasta el siglo XIX la nación no adquirió su último significado, el que hace referencia al pueblo soberano. Así, la palabra nación pasa a significar un grupo de personas diferenciado y único, procedente de un mismo origen y portador de la soberanía. La nación pasa a convertirse, en la vida política, en base de la solidaridad y objeto supremo de lealtad. Sin embargo, esto supone que el pueblo soberano que compone la nación solamente aparece en un estadio muy reciente de la historia de la humanidad y debido a unos cambios impensables antes del siglo XIX. Otto Bauer publicó en 1907 La cuestión de las nacionalidades y la socialdemocracia, donde expone que es imposible concebir el nacimiento de la nación alemana sin hacer referencia al contexto de expansión del capitalismo en el siglo XIX. Es decir, no podemos pensar que una gran extensión del territorio sea accesible a la mayoría de la población sin tener en cuenta el desarrollo de la prensa, los transportes, la ampliación de los mercados y la sustitución de una sociedad estamental por una sociedad de clases que permita cierta movilidad. 


domingo, 17 de noviembre de 2024

Somalia es considerado como el segundo lugar del mundo más hostil para los cristianos

Han pasado 18 años desde que, en 2006, un grupo de radicales afincados en Mogadiscio influyendo en los tribunales regionales con la ley sharia fundasen el grupo paramilitar Harakat al-Shabab. El grupo se ha mantenido como uno de los pocos grupos yihadistas enfocado en su pulso particular con las autoridades nacionales y regionales, actuando también en países fronterizos, como Kenia. Un hecho que, hasta el momento, le está dando más longevidad que otras organizaciones de carácter transfronterizo, como ha sido el caso de la propia Al-Qaeda o del Estado Islámico. Al-Shabab sigue contando con una fuerza de entre 7.000 y 12.000 milicianos, según indica el especialista en la región del cuerno de África Stig Jarle Hansen en un artículo para The Conversation. Hansen sostiene que la supervivencia de Al-Shabab tiene que ver con el fracaso de occidente en el país y en la región. A la fallida presencia de Estados Unidos y Naciones Unidas, que se retiraron en 1994, siguió un Estado inestable y la acuciante urgencia por una hambruna que iba afectando cada vez a más parte de la población. En su discurso, Al-Shabab ha sabido recordarle a los somalíes que las instituciones democráticas creadas por occidente son falibles y que no ofrecen la seguridad que la población local necesita.
Otro factor es el de la financiación ilegal. Al-Shabab ha tejido una red de recaudación de impuestos ilegales y de lavado dinero que le ha permitido costear buena parte de su infraestructura. El contrabando y otras acciones también han contribuido a la economía del grupo.Hansen también menciona la debilidad del ejército somalí y el refugio que los yihadistas han encontrado en la zona media y baja de Juba, en el sur de Somalia, así como en la región suroccidental, donde mantienen un control arraigado desde hace más de 15 años y han desarrollado toda una estructura administrativa bien establecida.
La historia de Al-Shabab ha contribuido en buena parte al empeoramiento de la situación de los cristianos en Somalia. Se hecho, el país ha sido considerado como el segundo lugar del mundo más hostil para los cristianos por la organización Puertas Abiertas en las dos últimas ediciones de su Lista Mundial de Persecución.Incluso en las relaciones familiares y personales, los cristianos son a menudo marginados y hostigados en una sociedad mayoritariamente musulmana y de tendencia conservadora.