jueves, 18 de diciembre de 2025

La paz del corazón tiene un precio


El filósofo Miguel-Ángel Martí afirma que la paz del corazón “tiene un precio y quien la desee tendrá que estar dispuesto a pagarlo”. La calma exige “una clara determinación” que pasa primero por conocer las trampas mentales que nos ponemos a nosotros mismos cuando nos pasa algo con lo que no contábamos. La serenidad no es la mera ausencia de conflictos, sino la comprensión de lo que nos sucede para luego conducirnos por la vida con compasión por el otro y por uno mismo.
Serenidad. Esta es, sin duda, una palabra que al nombrarla evoca paz, dulzura, tranquilidad, sosiego, calma, felicidad...La filosofía de vida actualmente parece mirar a otro lado, solo de soslayo añora la calma como forma de estar en la existencia. Pero no es suficiente para alcanzar la serenidad un desmayado deseo, requiere una clara determinación que troquele de una manera definitiva nuestro espíritu y, por tanto, el modo de comportarnos...
Vivimos hacia fuera cuando sabemos que sin tener el "corazón caliente", reconfortado, abrigado por nuestros propios pensamientos, de nada sirve situarnos en la vanguardia de la diversión...No está sereno quien no tiene nada que le moleste, sino quien entiende, por amor, lo que le sucede.


La espiritualización de los sistemas jurídicos puede promover una justicia más pura y ecuánime


La secularización, como proceso de diferenciación entre las instituciones políticas y las religiosas, es un fenómeno de las sociedades maduras, inspirado, entre otras, en la enseñanza evangélica de “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mateo 22:21). El dualismo estructural Iglesia-Estado que propone la secularización es profundamente beneficioso tanto para la religión como para la política, ya que protege a las comunidades religiosas de la dominación política y a las comunidades políticas del control religioso.
La distinción entre espiritualidad y religión, que algunos estudiosos laicistas han utilizado para arrinconar la dimensión institucional de la religión y priorizar la idea de una espiritualidad ambigua que no requiere ningún tipo de protección jurídica. Esta pertinente distinción entre espiritualidad y religión no socava en ningún momento el valor fundamental de la religión, y no puede llevar a reducir la religión a una mera estructura organizada ni a transformar la espiritualidad en un confuso y amorfo espiritualismo. Además, las religiones, a menudo, han dado forma a diferentes tradiciones espirituales porque la espiritualidad, hasta cierto punto, requiere encarnarse en la cultura, la historia, la fe y las comunidades, del mismo modo que la comunicación solo se vivifica en un sistema lingüístico determinado.  
Dios, la creación, la naturaleza, la razón y la moral están inseparablemente conectados. El universo creado ofrece testimonio de las leyes de Dios y comunica conocimiento moral. Lo natural y lo sobrenatural no son dos dimensiones meramente yuxtapuestas, sino dos dimensiones interconectadas de una realidad multidimensional que incluye distintas dimensiones como la jurídica, la política, la moral y la religiosa, entre otras. Cada dimensión de la realidad es autónoma en su propio ámbito de aplicación, pero queda integrada en una dimensión más profunda. Lo jurídico en lo político, lo político en lo moral y lo moral en lo espiritual. 
La espiritualización de los sistemas jurídicos (entre otros métodos) puede promover una justicia más pura y ecuánime, unos acuerdos más estables y una protección más fuerte de los derechos. Si se lleva a cabo correctamente, la espiritualización del derecho fomenta la limitación de cualquier tipo de dominación, inspira la reducción de la coerción, estimula la comunión y el consenso en la sociedad y aumenta el respeto por el derecho y los sistemas jurídicos. La espiritualización exige el reconocimiento de la dimensión superior del derecho y, por lo tanto, ayuda a las sociedades a repensar, reorientar, renovar, reformar y reimaginar el derecho y los sistemas jurídicos.

Referencia:Extracto de la introducción del libro de Rafael Domingo Oslé titulado Law and Religion in A Secular Age 

miércoles, 17 de diciembre de 2025

La Iglesia ortodoxa es útil instrumento para Putin

Según Dell `Asta (profesor de Lengua y Literatura Rusa en la Universidad Católica de Milán y Brescia, Vicepresidente de la Fundación Cristiana Rusia) Putin, durante los primeros años de su presidencia, se interesó, sobre todo, por la geopolítica, en la que el gas y el petroleo jugaban un papel destacado. Sin embargo, al poco tiempo, fue consciente de que la Iglesia ortodoxa podía ser útil instrumento para su proyecto imperial. La Iglesia pasó a ser un atributo secundario de la nación y el Estado hasta transformarse en un “dicasterio estatal”, Desde allí se defiende un “nacionalismo de civilización” de rasgos mesiánicos. La Iglesia ortodoxa queda al servicio del “mundo ruso”, con Moscú como centro político y Kiev como centro espiritual, pues la Rus de Kiev en el siglo IX está considerada como origen de la Rusia cristiana. 
Ese “mundo ruso” tiene una Iglesia ortodoxa  común, representada por el Patriarcado de Moscú, y un líder nacional que es el presidente Putin. Desde esta perspectiva, Rusia y Ucrania son el mismo país, aunque tampoco habría que excluir a Bielorrusia, y la defensa de la unidad de Rusia conlleva la unidad de la Iglesia.
La guerra de Ucrania adquiere, en la perspectiva del patriarca Kirill, el carácter de una misión para garantizar el futuro de Rusia, en la que el sacrificio de los soldados reviste un carácter religioso. Kirill llegó a afirmar que “su sacrificio lava todos los pecados cometidos”.

La libertad de pensamiento, conciencia y religión


Muchos actores jurídicos de relieve no acaban de comprender la importancia que tiene la libertad de pensamiento, conciencia y religión, señala Javier Martínez-Torrón. “Se trivializa el papel que la religión o las creencias, de las que procede el juicio individual de conciencia, desempeñan en la vida de las personas, sin advertir que definen una parte esencial de la propia identidad”. Martínez-Torrón subraya que “poner el acento en la exención sugiere la existencia de un privilegio o una anomalía”, y no cree que los objetores de conciencia sean una “anomalía humana” o busquen un trato privilegiado. Los conflictos entre conciencia y ley “normalmente afectan a una minoría de personas que tienen planteamientos morales que difieren de los de la mayoría. Presumir que esas personas son anormales implica un prejuicio incompatible con la noción contemporánea de derechos humanos”.
El profesor Martínez-Torrón manifiesta que las opciones religiosas y éticas se presentan a la persona como algo imperioso, “dotado de fuerza coercitiva interna; algo a lo que debe obedecerse”. Ese es precisamente el sentido de la libertad de religión y creencia, garantizar la autonomía de cada persona para determinar qué verdades ha de aceptar y qué valores morales debe respetar, “sobre la base de que el Estado no está legitimado para imponer una verdad o una moral uniformes a sus ciudadanos”.
La multiplicación de conflictos entre conciencia y ley es probablemente síntoma “de un fracaso del legislador, cuando rehúsa o es incapaz de percibir la dimensión ética de las reglas jurídicas, de tener en cuenta la diversidad religiosa y ética de la sociedad, y de adoptar un planteamiento verdaderamente inclusivo que prevenga, o al menos minimice, la posibilidad de que los ciudadanos que valoran su propia conciencia encuentren moralmente imposible obedecer algunas prescripciones legales”.


El amor por la lectura es algo que se siembra sobre las pantorrillas de los padres

Cierto que se aprende a leer en la escuela, pero, sin lugar a dudas, el amor por la lectura es algo que se siembra y crece sobre las pantorrillas de los padres, afirma Alvaro Bilbao, doctor en psicología. Hay muchos cursos que prometen enseñar a leer con tres o cuatro años. No hay ningún estudio que indique que aprender a leer a edades tan tempranas beneficie al niño de alguna manera. Sin embargo, sí sabemos que los niños que disfrutan de la lectura tienen un vocabulario más rico, comprenden mejor lo que leen, redactan mejor y cometen menos faltas de ortografía.Según los últimos datos recogidos en el informe PISA, los niños que viven en casas donde hay doscientos libros o más obtienen un rendimiento escolar un 25 % mayor que aquellos que viven en casas con pocos libros (diez o menos).

martes, 16 de diciembre de 2025

La Iglesia católica ha salvado de la muerte entre setecientos mil y ochocientos cincuenta mil judíos

Según el historiador Emilio Pinchas Lapide, en otro tiempo cónsul general de Israel en Milán “la Santa Sede, los nuncios y la Iglesia católica han salvado de la muerte entre setecientos mil y ochocientos cincuenta mil judíos”. Una labor silenciosa, sin proclamas, que salvó a centenares de miles de vidas humanas y que fue vivo testimonio de caridad cristiana, con la conciencia de que se arriesgaba la propia vida y la de los hermanos.Según Luciano Tas, representante autorizado de la comunidad judía de Roma “si el porcentaje de judíos deportados no es tan alto en Italia como en otros países, se debe sin duda a la ayuda activa de la población italiana y de cada una de las instituciones católicas… Centenares de conventos, siguiendo la orden del Vaticano en tal sentido, acogieron a los judíos, millares de sacerdotes los ayudaron, y otros prelados organizaron una red clandestina para la distribución de documentos falsos”.
En toda Europa, los religiosos deportados a los campos fueron más de 5.500. Según el Martirologio del clero italiano, fueron 729 los sacerdotes, seminaristas y hermanos laicos que perdieron la vida en el periodo que va de 1940 a 1946. Sólo en la región del Lacio fueron 24 los sacerdotes que pagaron con su vida su compromiso de caridad: 13 párrocos, 5 capellanes militares, 6 de otros oficios y 5 seminaristas. De las 729 víctimas, no menos de 170 sacerdotes fueron asesinados en las represalias durante la ocupación por haber ayudado a antifascistas y judíos. Muchos fueron golpeados, torturados hasta la muerte, fusilados, colgados o degollados por los nazifascistas. El historiador Renzo de Felice ha escrito que “el auxilio de la Iglesia a los judíos fue muy importante y siempre en aumento, un auxilio prestado no sólo por los católicos particulares sino también por casi todos los institutos católicos y por muchísimos sacerdotes. Un auxilio que, por lo demás, ya se llevaba a cabo en los países ocupados por los nazis (tanto en Francia como en Rumania, en Bélgica como en Hungría) y que, más allá de la mera ayuda material y del socorro a perseguidos concretos, se había hecho público, al menos desde 1941, con algunos pasos dados por el padre Tacchi Venturi y monseñor Borgoncini Duca ante el gobierno fascista a favor de los judíos en los territorios ocupados por las tropas italianas”.


Referencia: Los judíos, Pío XII y la Leyenda Negra (Antonio Gaspari)

¿Cómo se cura el odio?

¿Cómo se cura el odio? Perdonando, que es un acto de amor. Sin el perdón, se instala en nosotros el odio y el rencor, dos reacciones incompatibles con la felicidad. Si no somos capaces de perdonar, el problema es nuestro, porque nos quedamos intoxicados, manifiesta la psiquiatra Marian Rojas Estapé.