jueves, 25 de diciembre de 2025

La buena compañía


Escribe Ignacio Agustí en Guerra Civil que “si todos los seres humanos que habitaban España en aquellos momentos, y todos los chinos y los quirguises y los armenios y los anglosajones y los judíos que habían llegado al otro lado, atropelladamente, como se entra en el comedor de un internado al sonar el gong, hubiesen tenido algo que amar, si hubiesen obtenido la satisfacción de esa necesidad perentoria de compañía en que se hallaban sin saberlo, ¿hubiera venido la guerra? Si cada uno de ellos hubiese sido saciado con el caudal de afecto y de íntima fortaleza que solo da lo que llamaba Ortega “la buena compañía”, ¿hubieran pensado en la guerra? Pero el mundo andaba atropellado por el conjunto de ambiciones al margen del amor. Recordaba unos versos, no sabía de quién. Amor, amor, amor, de seis a siete… Amor con reloj, sacrificando la vida en una ristra de ambiciones menores, pero feroces: las finanzas, la hegemonía, la influencia, el poder… Eso era la guerra.”


Santo Niño que nació en diciembre


Cualquiera que piense en el Santo Niño naciendo en diciembre, entenderá por ello exactamente lo que nosotros entendemos; que Cristo no es meramente un sol de verano para los afortunados, sino un fuego de invierno para los desgraciados. (G.K. Chesterton. La nueva Jerusalén).

miércoles, 24 de diciembre de 2025

Lo que parece ser, realmente es


Existe una persona, un lugar y un tiempo trascendentes en el mundo material. La creación ha recibido a Dios en la persona de Jesucristo. Afirma Ireneo en Contra las herejías que “la propia creación de Dios, que depende para su existencia del poder, el arte y la sabiduría de Dios, ha engendrado a Dios”. “Lo que parece ser, realmente es”. San Efrén el Sirio afirma que “María llevó al Niño en silencio, ¡y en Él estaban ocultas todas las lenguas! José lo llevó en sus brazos, ¡y en Él  se ocultaba una naturaleza más antigua que cualquier cosa antigua!… Siendo Altísimo, bebió la leche de María, ¡y de su bondad beben ahora todas las criaturas! Él es el pecho de la vida y el aliento de la vida”. La encarnación no es solo un acontecimiento pasado, sino una realidad continua.

Los hombres y mujeres que temen la injusticia de los hombres

Thomas Becket
Asesinato en la catedral, de T.S. Eliot. Escrito en 1935, era una adivinación de los tiempos que estaban por venir. El tema es conocido; Thomas Becket, amigo y canciller de Enrique II, es nombrado arzobispo de Canterbury. Enrique II encuentra un estorbo, para su política de poder, en aquel que quería que fuera su mano derecha. Había prometido a su amigo Thomas que estaría siempre a su lado. Pero cambia de opinión, como quien se quita un guante, y deja caer, para que lo entiendan, que ese hombre le molesta. Quienes manejan el poder suelen tener lacayos dispuestos a cualquier cosa, con tal de no perder el cargo y su sustancia económica.
Becket sabe que va a morir, “porque entrego mi vida por la ley de Dios sobre la ley del hombre”. Otros arzobispos y obispos de la época callaron o argumentaron que es preciso, a cualquier precio, mantener la concordia entre la Iglesia y el poder político. Dijeron algo que se ha repetido muchas veces, pro bono pacis, por el bien de la paz. En lugar del bien de la paz llegó el crimen. Los asesinos son razonables. “En lo que hemos hecho, lo creáis o no, fuimos totalmente desinteresados. Hemos sido los instrumentos para que se llegara a ese Estado que vosotros aprobáis”.
Poco a poco el crimen ya no lo es, porque se ha hecho en nombre de la justicia y de la convivencia pacífica. Todo es razonable. ¿Por qué defender a ultranza unos principios? “Becket era muy radical”, comenta una cortesana, lo que hoy sería una secretaria de Estado. Y uno de los asesinos recurre al antiguo método de corromper las palabras, “creo que, con estos hechos ante ustedes, sin dudarlo emitirán un veredicto de suicidio mientras se encontraba en estado de incapacidad mental. Es el único veredicto caritativo que se puede dar a alguien que, después de todo, fue un gran hombre”.
¿Y el pueblo? El pueblo se hace a todo. Ha visto cómo Becket ha sido asesinado y no ha reaccionado, por miedo. “Perdónanos, Señor, reconocemos que somos el tipo de hombre corriente; los hombres y mujeres que cierran la puerta y se sientan junto al fuego; que temen la injusticia de los hombres mucho menos que la justicia de Dios”.

martes, 23 de diciembre de 2025

El aborto, lo más cruel y salvaje que ocurre en el mundo


Javier Gerardo Milei, economista, político y docente argentino, líder del espacio político La Libertad Avanza y presidente de Argentina denunció en el Foro de Davos (Suiza, 2024) a los que sostienen que “los seres humanos dañamos el planeta y que debe ser protegido a toda costa, incluso llegando a abogar por mecanismos de control poblacional o la agenda sangrienta del aborto. El aborto es promovido en esos Foros, y se trata de lo más cruel y salvaje que ocurre en el mundo que, paradójicamente, llamamos civilizado. Cuando la Madre Teresa de Calcula recibió el Premio Nóbel de la Paz (1985), ella también denunció ese horrendo crimen. Evocó palabras de las Sagradas Escrituras: Aunque una madre pueda olvidarse de su hijo, yo no te olvidaré. Te he grabado en la palma de mi mano, eres precioso para mí, te amo (…). Afirmó: Si de verdad queremos la paz, debemos hacer un propósito firme de no permitir que en nuestros países haya ni un solo niño que no se sienta querido, que sea excluido de la sociedad. Los países ricos que permiten el aborto, son los más pobres y necesitan que recemos por ellos porque han legalizado el homicidio. No maten, la vida de cada ser humano es sagrada y de infinito valor…”

Cada vez que le decimos al niño cualquier frase que empiece por “eres”, el cerebro del niño guarda esos datos

Cuando al niño lo castigamos por desobedecer o le decimos que es un desobediente, su cerebro utiliza esa información para formar un autoconcepto. Cada vez que le decimos al niño cualquier frase que empiece por “eres”, el cerebro del niño guarda esos datos en una estructura llamada hipocampo que está encargada de almacenar todos los conocimientos sobre el mundo y sobre sí mismo, que van a permitirle tomar decisiones en la vida. Así, si el niño sabe que un perro contento mueve la colita, decidirá tocar a un perro que la mueve. Si sabe que en verano se toman helados, pedirá un helado a su mamá en un día de calor para disfrutar de su frescor. De la misma manera, si el niño se reconoce valiente u obediente actuará en consecuencia, mientras que si los mensajes de sus padres o maestros han fijado en su memoria que es un niño desobediente, también actuará en consecuencia. El niño que se sabe desobediente, caprichoso, egoísta o vago no tendrá más remedio que actuar en la vida en relación con lo que sabe de sí mismo. En este sentido, hay pocas cosas que puedan hacer tanto daño al autoconcepto y a las posibilidades de un niño como todos aquellos mensajes negativos acerca de sí mismo que quedan grabados en su memoria.
Referencia: El cerebro del niño explicado a los padres (Álvaro Bilbao)

lunes, 22 de diciembre de 2025

El nazismo evolucionó hasta convertirse en un credo religioso


El nazismo comenzó siendo un credo político, pero rápidamente evolucionó hasta convertirse en un credo religioso, en una religión nacional alemana con sus propios dogmas, ritos y ceremonias que, en cierto modo, aspiraba a sustituir a la cristiana. Los dos dogmas principales del nazismo eran la superioridad de la raza aria, alemana y nórdica, y su derecho a esclavizar o a exterminar a las razas inferiores usurpadoras del “espacio vital” al que la raza superior tenía derecho. A la raza aria no le bastaba con estar constituida por individuos altos y apuestos, rubios, de ojos azules, nobles, inteligentes y sanos. Además era la única creadora de cultura, la única verdaderamente humana, el pueblo de los señores (Herrenwolk), destinado a dominar a las razas inferiores (en realidad especies distintas, infrahumanas: Untermenschen) y a neutralizar a una raza particularmente ponzoñosa, la judía. El joven Hitler pudo contaminarse de ariosofía, una doctrina popular en ciertas esferas de la Viena de su juventud que pretendía rescatar la religión ancestral de los antiguos germanos arrinconada por el Dios judío de la Biblia. La ariosofía atrajo a algunos románticos adictos al excursionismo y añorantes de las sociedades ancestrales que en 1911 fundaron una hermandad, la Hoher Armanen Orden (HAO), en la que se ingresaba mediante certificado de pureza de sangre. Esta sociedad inspiró, a su vez, al grupo Thule, otra agrupación de tenderos y funcionarios subalternos aficionados al ocultismo y a la fantasía. En su impreso de ingreso leemos que “el abajo firmante jura que, hasta donde su conocimiento abarca, ninguna sangre judía fluye por sus venas ni por las de su mujer, y que entre sus antepasados no hay miembros de razas inferiores”.