sábado, 27 de diciembre de 2025

Imaginar sistemas que prescinden de la realidad


Hay en la historia del espíritu humano un hecho universal y constante, y es su vehemente inclinación a imaginar sistemas que, prescindiendo completamente de la realidad de las cosas, ofrezcan tan solo la obra de un ingenio, que se ha propuesto apartarse del camino común, y abandonarse libremente al impulso de sus propias inspiraciones, escribe el filósofo Jaume Balmes.

Dame tu reloj



Desde los tiempos de la revolución, los rusos habían oído hablar de la pobreza, el desempleo y la miseria asociados al capitalismo, y de la superioridad de su sistema. Sin embargo, nada más entrar en Polonia, en ese momento una de las zonas más pobres de Europa, encontraron a simples campesinos que tenían varias gallinas, un par de vacas y más de una muda de ropa. Descubrieron pequeñas poblaciones rurales con iglesias de piedra, calles adoquinadas y gente en bicicleta, un vehículo desconocido aún en la mayor parte de Rusia. Encontraron granjas equipadas con sólidos establos y cosechas plantadas en hileras ordenadas. Para ellos eran escenas de abundancia en comparación con la pobreza desesperada, los caminos cubiertos de barro y las minúsculas casas de madera de la Rusia rural. Cuando descubrieron las iglesias de Königsberg, los apartamentos de Budapest y las casas berlinesas repletas de antigüedades, de mujeres “fascistas” viviendo rodeadas de lo que ellos percibían como lujos inimaginables, misteriosos retretes con cisterna y artilugios eléctricos, se quedaron sumamente asombrados: “Nuestros soldados han visto las casas de dos plantas de las afueras, con electricidad, gas, baños y hermosos jardines. Nuestra gente ha visto las casas de la rica burguesía en Berlín, el increíble lujo de los castillos, propiedades y mansiones. Y miles de soldados repiten airados las mismas preguntas cuando miran alrededor en Alemania: Pero ¿por qué vinieron a nosotros? ¿Qué querían?”.

Los rusos robaron licores y lencería femenina, muebles y vajillas, bicicletas y mantelerías que se llevaron de Polonia, Hungría, Checoslovaquia, de los estados bálticos y los países balcánicos, así como de Alemania. Los relojes de pulsera parecían tener un significado casi mítico para los soldados rusos, que se paseaban de un lado a otro con las muñecas cubiertas por seis o siete si tenían la ocasión. La emblemática fotografía de un soldado ruso izando la bandera soviética sobre el Reichstag tuvo que ser retocada para eliminar los relojes de los brazos del joven héroe. En Budapest, la obsesión por ellos pasó a formar parte de la tradición local y tal vez contribuyera a forjar la percepción que se tenía del Ejército Rojo. Unos meses después de la guerra, un cine de Budapest proyectó un noticiario sobre la Conferencia de Yalta. Cuando el presidente Roosevelt levantó el brazo mientras hablaba con Stalin, varios miembros del público gritaron: “¡Vigila tu reloj!”. Algo similar sucedió en Polonia, donde durante muchos años los niños polacos “jugaron”a los soldados soviéticos al grito de “Davai chasyi” (Dame tu reloj). 


Referencia: El telón de acero (Anne Applebaum)

viernes, 26 de diciembre de 2025

Un mundo donde el malestar colectivo prolifera

Esteban Hernández, en su libro El rencor de clase media alta y el fin de una era, describe como “la fragmentación típica de los entornos en declive”. No hay visión común, ni una meta que perseguir, ni un proyecto de futuro que aglutine a los hombres y mujeres de nuestro Occidente hiperdesarrollado en la búsqueda de un porvenir mejor para sus hijos (unos hijos, por cierto, cada vez más escasos, un dato este que sin duda ayuda a explicar el desistimiento y la indiferencia prácticamente suicidas que, ante el ocaso civilizatorio, ha decidido adoptar buena parte de la ciudadanía europea). No hay reacción contra las arbitrariedades de los poderosos. La sociedad se escinde en facciones irreconciliables y, como advierte Hernandez,“en esa dispersión, que es funcional, el enfrentamiento de los grupos subordinados entre sí permite un elevado control social”.
Para el escritor y profesor Carlos Marín-Blázquez “el porvenir no es halagüeño. La búsqueda de soluciones individuales a problemas que todos compartimos se traduce en un mundo donde el malestar colectivo prolifera. La ansiedad y la depresión, la soledad y el aislamiento son ya los verdaderos estigmas de nuestra época. Nos domina el desencanto y el cinismo.Tras sus máscaras benevolentes, contemplamos a gran parte de nuestros dirigentes como lo que en realidad son, una clase sectaria, sustancialmente depredadora, intelectualmente ruinosa, dominada por una ansia nihilista de poder. Entender que, más allá del resentimiento y de los intereses mezquinos de ciertas minorías oligárquicas, existen fuerzas creativas y benéficas de las que extraer el sustento necesario para organizar la vida en común nos cuesta ya un esfuerzo ímprobo. Y, sin embargo, ahora más que nunca es necesario perseverar en ese empeño de la imaginación. Ahora es cuando la idea de comunidad, que implica elevar el arte de la convivencia a su versión más noble y humanizadora, debe ser reivindicada con insistencia, aun cuando no veamos en esa reivindicación más que un gesto de ingenua nostalgia. Y más que reivindicada, practicada a una escala modesta, ínfima si se quiere, a modo de semilla de algo que quizá alguna vez llegue a germinar nuevamente.”

El cine es capaz de realizar y presentar los temples de la vida

Escribe el filósofo Julián Marías que “cuando el cine es fiel a si mismo y no abandona sus posibilidades a cambio de un plato de lentejas ( un momento de popularidad, los elogios de los críticos, los premios de los festivales), es capaz de realizar y presentar algo que es uno de los núcleos más profundos de la educación, los temples de la vida. Si se analizara su influjo a lo largo de unos cuantos decenios, en diversos paises, en los distintos estratos sociales, en las diferentes edades, en hombres y mujeres, se podría descubrir en ello la explicación de la gran parte de las variedades humanas de nuestro tiempo. La finura o tosquedad, la riqueza o ausencia de matices, el esmero o abandono de la conducta, la belleza y el decoro de la presencia, las formas de trato, el uso de la lengua, el repertorio de las estimaciones, los grados de la moralidad, la presencia o ausencia de religiosidad, el respeto o el desprecio, el puesto en la vida de la esperanza, la desesperación o la desesperanza, todo eso ha quedado afectado a nuestro tiempo por el cine, que sería un recurso imprescindible para entender de verdad y a fondo el siglo que nos ha tocado vivir.”
“El cine se ha nutrido, todavía más que la literatura, de esa realidad que es el amor. Más, porque ha contado con la corporeidad del hombres y mujeres, con su realidad visible, con sus gestos y su expresión, con sus voces y el sentido de la palabra. Ha permitido asistir a las diversas relaciones posibles entre hombres y mujeres, con la evidencia de lo que está presente, pero que no renuncia al papel decisivo de la imaginación.”

El efecto Werther

Kurt Cobain
El 8 de abril de 1994 Kurt Cobain, líder de la banda Nirvana e ídolo de masas, había sido encontrado muerto en su casa. La policía y la investigación forense declararon que Cobain llevaba muerto tres días (es decir, desde el 5 de abril) debido a una herida de bala en la cabeza. La pistola se encontró cerca del cuerpo junto a una nota de despedida. La causa de su fallecimiento estaba clara, el suicidio. La muerte de Cobain provocó, además de conmoción entre sus fans, un peligroso efecto social. Y es que la muerte por suicidio del ídolo de masas indujo a que cientos de jóvenes en Estados Unidos tantearan la idea del suicidio en las siguientes semanas, especialmente en Seattle, ciudad de residencia del cantante, donde se registró un aumento de las llamadas pidiendo ayuda por una crisis suicida. Habitualmente se conoce a esta tendencia imitativa de la conducta suicida como efecto Werther.
Algunas series o películas que romantizan el suicidio juvenil también han sido señaladas por el aumento de casos de este tipo que ha seguido a su emisión. Fue el caso de Por 13 razones (13 Reasons Why), una serie de Netflix estrenada en marzo de 2017 en la que una joven se quitaba la vida para vengarse de quienes le hacían bullying en el instituto. Según un estudio de National Institutes of Health, en el mes siguiente a su estreno la tasa de suicidio juvenil (de 10 a 17 años) aumentó en Estados Unidos hasta en un 28,9%. La escena del suicidio de la protagonista era tan gráfica que Netflix decidió eliminarla del streaming de la serie debido a las protestas de algunos espectadores. El suicidio es la consecuencia última de situaciones límite relacionadas con la salud mental o la situación socioeconómica. En España, el problema es creciente; en 2022 se superó por tercera vez consecutiva el máximo histórico de muerte por suicidio, siendo la principal causa de muerte externa en nuestro país, según el informe ofrecido por el Observatorio del Suicidio en España.   
El origen puede ser una enfermedad relacionada con la salud mental, como la depresión o el trastorno bipolar. Sin embargo, parte de los suicidios tienen un origen social, como los producidos por desahucios o las estreches económicas. Además, cuando un famoso muere por suicidio, a menudo se glorifica su muerte (fue el caso del propio Kurt Cobain, que pasó a formar parte del Club de los 27), lo que contribuye a crear ese aura “épica” en torno al suicidio.


jueves, 25 de diciembre de 2025

La buena compañía


Escribe Ignacio Agustí en Guerra Civil que “si todos los seres humanos que habitaban España en aquellos momentos, y todos los chinos y los quirguises y los armenios y los anglosajones y los judíos que habían llegado al otro lado, atropelladamente, como se entra en el comedor de un internado al sonar el gong, hubiesen tenido algo que amar, si hubiesen obtenido la satisfacción de esa necesidad perentoria de compañía en que se hallaban sin saberlo, ¿hubiera venido la guerra? Si cada uno de ellos hubiese sido saciado con el caudal de afecto y de íntima fortaleza que solo da lo que llamaba Ortega “la buena compañía”, ¿hubieran pensado en la guerra? Pero el mundo andaba atropellado por el conjunto de ambiciones al margen del amor. Recordaba unos versos, no sabía de quién. Amor, amor, amor, de seis a siete… Amor con reloj, sacrificando la vida en una ristra de ambiciones menores, pero feroces: las finanzas, la hegemonía, la influencia, el poder… Eso era la guerra.”


Santo Niño que nació en diciembre


Cualquiera que piense en el Santo Niño naciendo en diciembre, entenderá por ello exactamente lo que nosotros entendemos; que Cristo no es meramente un sol de verano para los afortunados, sino un fuego de invierno para los desgraciados. (G.K. Chesterton. La nueva Jerusalén).