lunes, 14 de julio de 2025

Los que acuden a votar contemplan el voto como un acto social

Hay un montón de estrategas políticos que tratan de convencer a los políticos de que la decisión se puede manipular de igual forma que los anunciantes manipulan la compra de una pastilla de jabón, pero esta analogía entre la decisión política y la de los consumidores me parece incorrecta. No es solo que los votantes sean más inteligentes de lo que la mayoría de los políticos y los expertos en marketing creen. Es que los votantes otorgan un significado a la votación que no dan a la compra de una falda o de un pantalón. Votar es expresar la pertenencia a una comunidad política, decir lo que uno cree y formar parte del acto colectivo de la elección de la dirección de un país. El voto es una expresión de lealtad simbólica más que una expresión fundamental de los intereses. La mayoría de los votantes sabe que su voto individual no cambiará mucho el resultado final, pero aun así salen a votar porque creen que es importante tomar parte en la democracia. Es imposible entender por qué los votantes de muchos estados estadounidenses esperaron horas en fila para votar en las elecciones de 2012 a menos que se entienda que querían ser escuchados, para contar, para que sus voces fueran recogidas en esa competición nacional. Los que acuden a votar contemplan el voto como un acto social, un acto que sienten la obligación de justificar ante los vecinos y los amigos. No tienen que justificar su elección de una pastilla de jabón o de un vestido, pero sí por qué eligieron a un determinado candidato. Ellos saben que solo valen algunos tipos de justificaciones. Puedes decir que has comprado un vestido porque te gustaba el color, pero no es tan fácil decir que has votado por alguien simplemente porque te gustaba el aspecto del candidato. Los votantes deben razonar su elección, y esta obligación de justificar su voto lo diferencia de la compra impulsiva. Esta obligación de razonar es lo que hace del voto un acto racional, escribe Michael Ignatieff que ha ocupado puestos académicos en la Universidad de Cambridge, Universidad de Oxford, Universidad de Harvard y la Universidad de Toronto.

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