El cristianismo encarna el mal absoluto en el ángel de las tinieblas. El es quien se ocupa de atizar el mal en el mundo.Pero la habilidad más grande del diablo es hacerse olvidar. Halla en el corazón de los hombres una profunda complicidad. Es así como actúa. Cuando uno tiene miedo al diablo, éste no es peligroso, dice el Mefistófeles de Valery. Cuando Satán se presenta bajo rasgos amables, no se le reconoce. Su mayor destreza es “mostrar a los hombres , en un espejo, sus deseos más ocultos”.Todos los hombres han tenido “relaciones particulares con él”, declara el Fausto de Valery. El demonio no es necesario ahora, prosigue. Los hombres se pierden ellos mismos. La misma idea aparece en la entrevista de Ivan Karamazov con el demonio; Ivan jamas logra poner en claro si el diablo existe fuera de él, o el “diablo es él mismo”.De estar seguro que el diablo es “otro”, Iván se tranquilizaría un poco, podría atribuir en parte sus crímenes a la influencia de “otro”. Pero no consigue distinguir claramente el diablo de si mismo. Lo cual quiere decir que tal vez “el demonio es él, el hombre Iván”. Esta ambigüedad enloquece a Ivan. Es una intuición profunda de la malicia del pecado. Muestra que “el demonio es la imagen de lo que podemos ser nosotros”, de lo que somos a veces, “unos sublevados, absurdamente, contra la luz”.
La historia de los Karamazov se centra en torno a esa espantosa solidaridad en el mal. Dostoyevsky nos introduce en el infierno, o sea en la “comunión de los santos” a la inversa, en la que los condenados, que sufren ya en la tierra, se aúnan oscuramente en el crimen. Smerdiakov se suicida cuando descubre que Ivan, enajenado ante la revelación de su crimen, no es el príncipe radiante al que todo está permitido, sino un pobre infeliz que tiembla cuando le muestran, en un cadáver, la realidad de lo que había deseado, la consecuencia lógica de sus teorías. Smerdiakov pierde el dios que constituía la única razón de su existencia, el príncipe de las tinieblas de alma glacial y ardiente, el ídolo hacia el cual levantaba los ojos ese ser rastrero.
Existe un odio de los perversos a los santos. Cuanto más se elevan los santos en la gracia divina, tanto más presa de los ataques diabólicos. En la historia del Cura de Ars se ve la historia de Cristo en constante lucha contra el demonio.El progreso de la santidad en el mundo debe ocasionar, de rechazo, un incremento momentáneo de los poderes del mal. “Yo no he venido a traer la paz, sino la guerra”, dice Cristo. Cuanto más se acerque la Iglesia al final de los tiempos, esto es, cuanto más se aproxime al estado de gloria, tanto más arreciara la violencia de las luchas diabólicas.
Referencia: Sabiduría griega y paradoja cristiana de Charles Moeller
Existe un odio de los perversos a los santos. Cuanto más se elevan los santos en la gracia divina, tanto más presa de los ataques diabólicos. En la historia del Cura de Ars se ve la historia de Cristo en constante lucha contra el demonio.El progreso de la santidad en el mundo debe ocasionar, de rechazo, un incremento momentáneo de los poderes del mal. “Yo no he venido a traer la paz, sino la guerra”, dice Cristo. Cuanto más se acerque la Iglesia al final de los tiempos, esto es, cuanto más se aproxime al estado de gloria, tanto más arreciara la violencia de las luchas diabólicas.
Referencia: Sabiduría griega y paradoja cristiana de Charles Moeller
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