jueves, 3 de julio de 2025

El prisma progresista

A través del prisma progresista, La Bella Durmiente y Blancanieves, por ejemplo, pasan a ser peligrosos vectores de la violencia sexual que deben ser desterrados, como denunció, en enero de 2018, la profesora de la Universidad de Osaka (Japón) Kazue Muta. La docente aseguró que este tipo de cuentos de hadas promueve la violencia sexual. El despertar de la Bella Durmiente o el de Blancanieves deben ser considerados “un acto indecente y repugnante”, mientras que los príncipes no son más que “delincuentes sexuales por besar a jóvenes desconocidas mientras ellas estaban inconscientes”. “Estos cuentos de hadas hablan acerca de que una princesa se despierta con el beso de un príncipe, pero lo que están haciendo es describir un asalto sexual a una persona inconsciente”, acusó Kazue. Pocos meses antes, en North Shields, al noreste de Inglaterra, Sarah Hall había pedido al colegio al que asiste su hijo de 6 años que retirara La Bella Durmiente, “porque la princesa no había dado su acuerdo” para ser besada. “Digan lo que quieran, pero mientras sigamos viendo estas narrativas, nunca vamos a cambiar actitudes enraizadas en el comportamiento sexual #MeToo #consent #mysonisix”, escribió en las redes sociales.
En 1972, el chileno Ariel Dorfman y el belga Armand Mattelart habían publicado su "manual de descolonización" Para leer al Pato Donald (1972), un ensayo que proponía desmontar los resortes del imperialismo estadounidense en la cultura pop a través de la literatura infantil de Disney. Ahora, el desplome del modelo alternativo al estadounidense llevaba a los huérfanos de la utopía comunista a ocuparse de los derechos de ese proletariado de substitución que se había encontrado, las minorías oprimidas por quien encarnaría al nuevo enemigo designado, el hombre blanco heterosexual….La creación de este nuevo mundo, concebido como un safe space sin fronteras, requiere establecer listas negras de artistas e intelectuales que hayan transgredido, hace tres mil años o quince minutos, las nuevas reglas del bien pensar. En este ejercicio revisionista, las obras de los antiguos sólo serán mencionadas como un ejemplo de los basamentos de una injusticia histórica, mientras que a las ovejas negras de Hollywood de hoy en día se las borrará digitalmente de los catálogos como si no hubieran existido, al mejor estilo 1984, y se las reemplazará por un actor cuyo currículum (antecedentes morales) se ajusten a la nueva ley.
España, el regreso del PSOE en 2018 al Palacio de la Moncloa no fue una excepción. La vicepresidenta del Gobierno y ministra de la Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad, Carmen Calvo, anunció a poco de asumir que el Congreso pediría a la Real Academia Española un informe para adaptar el texto de la Constitución al llamado lenguaje inclusivo. La Carta Magna “sólo tiene un lenguaje masculino, y eso no se corresponde con una democracia desarrollada. Las mujeres no tenemos por qué reconocernos en el masculino, que además es absoluto en la Constitución”, sostuvo. La izquierda española ya había dado muestras de su intención de reformar la lengua. Por esos días Pedro Sánchez ya hablaba de “miembras” (retomando una expresión de la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, para dirigirse a las diputadas) y la portavoz de Podemos, Irene Montero, de “portavozas”.

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