Ramon J. Sender decía que nos mostramos sin reparo ni precaución, abandonados, desnudos y vestidos sólo de su amor ante Dios, que sabe nuestros más recónditos pensamientos y deseos buenos o malos y que así y todo, y a pesar de ellos, nos ama. Hemos venido a la vida por su voluntad y no por la nuestra, sabe que cualquiera que sean nuestros defectos tenemos en algún rincón de nuestra alma el deseo y el respeto del bien.
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