Jacinto Benavente. |
Cuenta Fernando Fernán Gómez que un día se encontraron en una acera de Madrid, uno frente a otro, Jacinto Benavente y José María Carretero, más conocido por su seudónimo de El Caballero Audaz, gran corpachón, metro noventa de estatura y espadachín conocido por sus varios duelos, que dijo, contemplando al gran dramaturgo, pequeño, delgado, barba cuidada y fama de afeminado: Yo no cedo el paso a maricones. Pues yo sí, replicó Benavente, y bajó de la acera.
Siguiendo con Jacinto Benavente hay otra anécdota que contaba el actor. Benavente hace grandes elogios de Valle-Inclán, del que dice que es uno de los más valiosos escritores que tiene España. Pues don Ramón, le interrumpe uno de los contertulios, no opina lo mismo de usted. Replica inmediatamente con su agudeza habitual el peligroso don Jacinto: A lo mejor estamos equivocados los dos.
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