Mientras en Europa y Estados Unidos se libran guerras culturales internas marcadas por el relativismo, el nihilismo y la ideología woke, otras culturas avanzan con claridad estratégica y cohesión interna. Rusia con su neoimperialismo, China con su capitalismo autoritario, e Irán con su teocracia radical han entendido que el corazón de la lucha está en el alma de las naciones. Hispanoamérica, en su fragilidad institucional y su dependencia económica, se convierte en terreno fértil para estos proyectos.
No es casual que los mismos regímenes que protegen a Hezbolá en el hemisferio sean los que niegan el Holocausto, apoyan abiertamente a Hamás o celebran atentados terroristas como actos de resistencia. No es una lucha por Palestina, sino una lucha contra el Occidente democrático, secular y plural que representa Israel.Quien hoy mira con indiferencia la alianza entre Irán e Hispanoamérica, mañana no entenderá cómo el continente se convirtió en plataforma de ataques, espionaje y desestabilización. No es paranoia. Es geopolítica. Y lo que está en juego es la supervivencia de un mundo libre, escribe Julio Andrés Borges Junyent, político y abogado venezolano.
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