Cuenta Stanislao Dziwisz, cardenal polaco, que en 1994 se desencadenó un autentico ataque contra la institución familiar, poniendo en tela de juicio su naturaleza, su estabilidad, su función como célula básica de la sociedad, hasta el punto que llegó a refutarse el sentido mismo del amor entre los esposos. Y, de nuevo, era la ONU la que abría el camino a esos ataques, siempre con el famoso documento de la Conferencia de El Cairo.“La familia se encuentra en el ojo del huracán del gran combate entre el bien y el mal, entre la vida y la muerte, entre el amor y cuanto al amor se opone”, escribía Juan Pablo II en la Carta a las familias.
A partir del tema del aborto, se asistió a una progresiva ampliación del debate sobre nuevos puntos calientes, como las parejas de hecho, la eutanasia, la homosexualidad. Estaba también la cuestión antropológica, que pretendía conducir a una nueva y radical definición de los puntos de referencia éticos y de la misma realidad del hombre.No se puede cambiar la naturaleza del hombre y de la mujer. Si no se respetan las leyes de la naturaleza se pone en peligro el futuro del género humano.
A partir del tema del aborto, se asistió a una progresiva ampliación del debate sobre nuevos puntos calientes, como las parejas de hecho, la eutanasia, la homosexualidad. Estaba también la cuestión antropológica, que pretendía conducir a una nueva y radical definición de los puntos de referencia éticos y de la misma realidad del hombre.No se puede cambiar la naturaleza del hombre y de la mujer. Si no se respetan las leyes de la naturaleza se pone en peligro el futuro del género humano.
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