Un estudio publicado en la revista Scientific American duda de la posibilidad de poder establecer bases semipermanentes en la Luna o colonizar Marte ponerse en práctica. La razón es que no estamos hechos para vivir en el espacio, ni a efectos biológicos ni de sostenibilidad. El efecto nocivo del Sol a falta de una protección atmosférica provocaría graves daños en nuestro ADN. Según Dorit Novoriel, directora del Instituto de Investigación Traslacional para la Salud Espacial, “una persona expuesta a esto enfermaría gravemente y sufriría un síndrome de radiación agudo. De no contar con la protección necesaria, las náuseas serían la primera consecuencia; se trataría de una situación potencialmente mortal, porque el vómito podría interferir con los sistemas de soporte vital, o podría ser inhalado”. De la misma manera, dice Novoriel, puede provocar “el agotamiento de células como los neutrófilos y glóbulos rojos, lo que significa que el individuo no puede combatir los gérmenes ni oxigenar sus tejidos de manera efectiva”. “La persona se sentirá extremadamente cansada, desarrollará un cuadro de anemia y será incapaz de combatir las infecciones, llegando incluso a morir por una primera exposición a la radiación solar”.
En el plano de la sostenibilidad de una hipotética colonia humana extraterrestre, los autores aprecian dos obstáculos. El alto coste que supondría el suministro de recursos hasta poder generarlos in situ. Por el otro, la contaminación biológica involuntaria con formas de vida microbianas importadas de la Tierra y lo que esto podría desencadenar en un entorno desconocido y radicalmente distinto.
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