lunes, 3 de febrero de 2025

La desestructuración de la familia deja al ser humano sumido en el caos

Decía Goethe que solo podemos dejar a nuestros hijos un legado duradero, raíces y alas. Este regalo antropológicamente imprescindible solo puede ser concedido desde la familia, entendiendo por tal aquella cuya esencia está constituida por la unión amorosa de un hombre y una mujer con pretensión de permanencia en el tiempo. 
La desestructuración de la familia deja al ser humano sumido en el caos, en el no-tiempo, y le vuelve desagradecido con las generaciones pasadas e insolidario con los aún no nacidos. Cualquier otra unión podrá ser muy lógica, pero en ningún caso será genealógica. ¿Quién soy yo? Esta pregunta es el aullido emocional más extendido en la sociedad actual por la ausencia de raíces, por la mutación de los fundamentos antropológicos, por la alteración de los principales códigos simbólicos y el aprendizaje social que nos aportaba la familia y que nos permitía desarrollar una conciencia sólida de las relaciones interpersonales más elementales…..Los que destruyen la familia“no saben lo que hacen,porque no saben lo que deshacen”(Chesterton). Por el bien del ser humano y de la sociedad, es urgente volver al origen, a su esencia más pura, arraigada sobre los cimientos de la civilización occidental que hoy se resquebrajan. La familia no tiene nada de ideal, es imperfecta y muchas veces caótica, pero ha sobrevivido durante siglos porque constituye el entorno más adecuado para la libertad del ser humano, lo que favorece su enorme funcionalidad social, al margen del tiempo, espacio, creencias e ideologías, escribe María Calvo Charro, profesora titular de la Universidad Carlos III. 

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