sábado, 27 de agosto de 2022

Todas las heridas y todos los abandonos del papá y de la mamá inciden en la carne viva de los hijos

Hablamos mucho de disturbios en el comportamiento, de salud psíquica, de bienestar del niño, de ansiedad de los padres y los hijos… ¿Pero sabemos igualmente qué es una herida del alma? ¿Sentimos el peso de la montaña que aplasta el alma de un niño, en las familias donde se trata mal y se hace el mal, hasta romper el vínculo de la fidelidad conyugal? Cuando los adultos pierden la cabeza, cuando cada uno piensa sólo en sí mismo, cuando papá y mamá se hacen mal, el alma de los niños sufre mucho, experimenta un sentido de desesperación. Y son heridas que dejan marca para toda la vida, dice el papa Francisco. 


Y añade el papa que cuando un hombre y una mujer, que se comprometieron a ser una sola carne y a formar una familia, piensan de manera obsesiva en sus exigencias de libertad y gratificación, esta distorsión mella profundamente en el corazón y la vida de los hijos. Muchas veces los niños se esconden para llorar solos… Tenemos que entender esto bien. Marido y mujer son una sola carne. Pero sus criaturas son carne de su carne. Si pensamos en la dureza con la que Jesús advierte a los adultos a no escandalizar a los pequeños, hemos escuchado el pasaje del Evangelio (cf. Mt 18, 6), podemos comprender mejor también su palabra sobre la gran responsabilidad de custodiar el vínculo conyugal que da inicio a la familia humana (cf. Mt 19, 6-9). Cuando el hombre y la mujer se convirtieron en una sola carne, todas las heridas y todos los abandonos del papá y de la mamá inciden en la carne viva de los hijos. 

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