Para el filósofo francés Luc Ferry lo que es moral o inmoral tiene que ver con la libertad de elección, aquello a lo que los filósofos denominarán libre albedrío y no con los talentos naturales. Puede que esto parezca secundario o evidente. En su tiempo era algo literalmente inaudito, porque al abrirse paso esta idea, el mundo entero se tambaleó. El cristianismo nos sacó de un universo aristocrático y nos llevó hacia la meritocracia, es decir, hacia un mundo que valorará, en primer lugar y sobre todo, no las cualidades naturales de partida, sino los méritos que cada cual despliegue al hacer uso de ellos.
La dignidad es la misma en todos los seres humanos, sean cuales fueren las desigualdades de hecho, y que lo que importa es la libertad y no los talentos naturales. Existe una prueba indiscutible de que los talentos heredados de la naturaleza no son intrínsecamente virtuosos, que no hay nada de moral en ellos y es que todos, sin excepción, pueden utilizarse tanto para el bien como para el mal. La fuerza, la inteligencia, la memoria, etcétera, todos los dones que se obtienen en el momento del nacimiento son, ciertamente, cualidades, pero no en el plano moral, pues todos ellos pueden ponerse al servicio de lo mejor o de lo peor. Sólo se puede decir que es virtuoso el uso que se haga de ellos como, por otro lado, pone de manifiesto una de las parábolas más célebres de los evangelios, la parábola de los talentos. Puedes elegir hacer el uso que quieras de tus talentos naturales, bueno o malo. Pero es ese uso el que será moral o inmoral, no los talentos en sí.
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