lunes, 8 de agosto de 2022

Deconstruccionismo


La diferencia de los especialistas en las denominadas ciencias “duras” que pueden demostrar sus descubrimientos de una manera irrebatible, reproduciendo los experimentos que les han permitido llegar a sus conclusiones, los historiadores se mueven en un mundo de impresiones que pueden convencer o no a sus lectores y que no pueden demostrarse fuera de toda duda. De aquí que, mientras que los primeros amplían o profundizan sobre verdades establecidas, los segundos siempre están revisándolas. Cada generación de historiadores reivindica la originalidad de su aportación, que en la actualidad es la característica necesaria para alcanzar el prestigio, poniendo en duda el trabajo de sus predecesores, generalmente haciendo hincapié en las excepciones y en los matices. Aquellos que llegan hasta el final de esta cadena, incapaces de revisar opiniones ya revisadas, se desesperan tanto que, en algunos momentos, recurren a una revisión extrema y afirman que las pruebas históricas son algo insustancial e incluso llegan a negar la existencia misma de la historia. Cuando se alcanza este punto, como ha ocurrido con el absurdo movimiento conocido como “deconstruccionismo”, todo puede suceder. Por esta razón, generalmente, la última palabra sobre cualquier tema histórico es la primera.

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