Los sistemas de vigilancia pueden ser peligrosos. En manos de un gobierno benévolo, los algoritmos de vigilancia potentes quizá sean lo mejor que le haya ocurrido nunca a la humanidad. Pero esos algoritmos de macrodatos podrían asimismo empoderar a un futuro Gran Hermano, de modo que termináramos sometidos a un régimen de vigilancia orwelliana en el que cada uno de los individuos fuera controlado todo el tiempo. De hecho, podríamos acabar de una manera que ni siquiera Orwell hubiera imaginado, con un régimen de vigilancia global que haga el seguimiento no solo de todas nuestras actividades y nuestras manifestaciones externas, sino que también logre incluso metérsenos bajo la piel para conocer nuestras experiencias internas. Considérese por ejemplo lo que el régimen de Corea del Norte sería capaz de hacer con la nueva tecnología. En el futuro, a cada ciudadano norcoreano se le podría exigir que llevara un brazalete biométrico que supervisara cuanto hiciera y dijera, así como su tensión sanguínea y su actividad cerebral. Mediante el uso de nuestro conocimiento creciente del cerebro humano, y empleando los inmensos poderes del aprendizaje automático, el régimen norcoreano podría, por primera vez en la historia, evaluar lo que todos y cada uno de los ciudadanos está pensando en cualquier momento. Si miramos una fotografía de Kim Jong-un y los sensores biométricos captan las señales que delatan la ira (aumento de la tensión sanguínea, actividad acrecentada en la amígdala), podríamos vernos en el gulag la mañana siguiente, escribe Yuval Noah Harari, profesor en la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Ya hoy en día,dice Harari, siempre que los palestinos realizan una llamada telefónica, publican algo en Facebook o viajan de una ciudad a otra, es probable que se los vigile con micrófonos, cámaras, drones o programas espía israelíes. Los datos obtenidos se analizan después mediante algoritmos de macrodatos. Esto ayuda a las fuerzas de seguridad israelíes a precisar y a neutralizar amenazas potenciales sin tener que desplazar demasiados efectivos sobre el terreno. Los palestinos pueden administrar algunas ciudades y pueblos en Cisjordania, pero los israelíes controlan el cielo, las ondas de radio y el ciberespacio. Por tanto, son necesarios muy pocos soldados israelíes para controlar de manera efectiva a alrededor de 2,5 millones de palestinos en Cisjordania.Lo que los palestinos están viviendo hoy en día en Cisjordania podría ser simplemente un burdo anticipo de lo que miles de millones de personas acabarán por experimentar en todo el planeta.
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