Saber que se forma parte de una nación no supone obligatoriamente ser nacionalista, lo mismo que tener apéndice no implica padecer apendicitis; el nacionalismo y la apendicitis son inflamaciones morbosas, no consecuencias inevitables. En cuanto al “derecho a decidir”, que no se le cae de la boca a bastantes bobos de nuestro entorno, escribe el filósofo Fernando Savater, se trata de algo consustancial a la democracia misma y lo tenemos todos y cada uno de los que vivimos en ella. Lo que en cambio nadie tiene es el derecho a decidir que los demás no decidan sobre tal o cual asunto de interés público, como la independencia de Cataluña, sin ir más lejos.
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