Los griegos sabían que no es probable que la democracia sucumba a los encantos del totalitarismo, el autoritarismo o la oligarquía; es mucho más probable que lo haga ante una versión corrupta de sí misma.
Goebbels |
Que una democracia, y especialmente una democracia armada, es muy fácil de conducir a la guerra, siempre que se le cuenten unas historias compatibles con la imagen que tiene de sí misma. No se le puede decir que vamos a emprender una guerra de conquista. Esto va en contra de su capacidad de auto-convencerse de que lo que hace es correcto. Pero si se le dice que de lo que se trata es de hacer por otros lo que en su día ella afortunadamente hizo para ella misma, es decir, protegerse contra sociedades autoritarias que quieren destruir esos mismos valores que la hacen democrática, entonces se moviliza rápidamente en pos de objetivos que no son democráticos, como por ejemplo una guerra agresiva e ilegal. Si una democracia puede hacer eso, no quedan muchas cosas que la distingan, decía Goebbels, de una dictadura, salvo su propia versión auto justificativa de la libertad. Esta última mantiene su valor, pero no constituye una defensa muy fuerte.
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