Campesinos leyendo un diario |
En la antigua Unión Soviética la Dirección General de Literatura (GlavLit) era un engranaje perfectamente engrasado, atendido por una plantilla infalible. El Ministerio de la Verdad. La única instancia que siempre tiene razón y que abusaba sin piedad de ese monopolio ante el ignorante súbdito soviético y en particular ante el escritor soviético.El censor no tenía rostro ni nombre. Su identidad consistía en un código numérico combinado con una letra. No existía ningún contacto entre el censor y el censurado.Los censores entraban en el edificio por la parte trasera, sin pisar jamás la sala abierta al público y recibían el material a través de una ventanilla. Se sentían guardianes de una sociedad ilusoria que supieron mantener en pie durante setenta años, gracias a su dedicación. Sin el GlavLit, el totalitarismo soviético habría sido imposible.
Lenin y su esposa Nadezhda Krúpskaya |
El aparato de censura intervenía en la elaboración de los permisos de conducir, la formulación de diplomas de natación, el diseño de motivos para pañuelos, las instrucciones de uso de molinillos de café, etc. La viuda de Lenin elaboró en 1926 un indice de obras prohibidas, incluyendo un centenar de libros susceptibles de despertar “sentimientos primitivos y antisociables”, entre ellos la Biblia y la obra de Dostoievski. La GlavLit los retiraba de todas las bibliotecas, reciclándolos como papel viejo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario