Stefan Zweig, en su libro Jeremías, escribe que Dios no puede querer tal delito. Dio la vida por amor de la vida. Los hombres acumulan sobre su nombre todo cuanto no entienden. De Dios no viene la guerra.
Dios tiene una sonrisa para sus despreciadores. Ábrele las puertas, abre a la humildad tu corazón, nos diría el profeta Jeremías.
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