No nos conocen, porque no nos ven
La pobreza, el trabajo físico y el origen humilde no tenían por sí solos la mágica virtud de crear almas en los seres humanos, por mucho que lo cacarearan los santurrones de la democracia. ¿Cómo vivía la otra gente? ¿Tropezando a cada paso?, escribe Pearl Buck. Frédéric Martel contestaría que en realidad no nos conocen, porque no nos ven.
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