Una periodista de la BBC en Belén acudió a uno de los lugares más especiales de la ciudad donde María dio a luz al Dios hecho Niño, la Gruta de la Leche.Lo ha encontrado casi vacío por el coronavirus y las restricciones.Según la tradición, en esta gruta donde hoy hay una iglesia, la Sagrada Familia se escondió cuando supo que soldados de Herodes acudían para matarles. Allí, María protegió al bebé y le alimentó. Hoy es un lugar de espiritualidad maternal, femenina, también infantil. Una familia que protege a su bebé es un desafío para el poder político, sus reyes violentos, sus soldados con espadas. La vida sale adelante y desafía a la muerte.
Naomi Zimmerman, una monja franciscana que trabaja muy cerca, dice que le inspira que aún se dan milagros allí. “Aquí hay milagros de vida, de niños, de salud de las mujeres… es uno de mis lugares preferidos“, asegura.En una oficinita junto a la iglesia guardan cientos de cartas emocionadas, de personas de todo el mundo agradeciendo la acción de Dios y la Virgen sobre ellos. Dan gracias, por ejemplo, por haber tenido un bebé después de varios abortos naturales. Una mujer escribe en francés que lloró en la gruta, que sus lágrimas fueron sus oraciones… y dos meses después quedó embarazada. Una brasileña a la que habían declarado infértil conoció la Gruta por televisión, pidió el polvo, rezó y dio a luz a una niña llamada Gabriela.
Cuenta la periodista que una religiosa monta guardia en la capilla a todas horas y reza por la paz. Es una de las Adoratrices Perpetuas del Santísimo Sacramento, cuyo monasterio se conecta con la Gruta de la Leche. Este santuario, junto con otros 11, forma parte de la red “Doce estrellas en la corona de la Virgen María Reina de la Paz”, que son doce espacios de oración en los lugares del mundo donde hay conflictos, con capillas en Kazajistán, Bosnia Herzegovina, Costa de Marfil, Corea del Sur, Filipinas y otros países.
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