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Cardenal Müller |
Para el sistema occidental capitalista, al igual que para el comunista, el ser humano tiene valor si funciona y trabaja como un engranaje más en la gran maquinaria de producción mundial. ¿Ha demostrado la historia que un Estado o una sociedad sin Dios puede tener éxito? El Cardenal Müller, responde: “Hannah Arendt, resumió el credo nihilista del siglo XIX con la palabra de Dostoievski: Todo está permitido cuando el hombre no cree en Dios como su Creador y su Juez”. “Desde el filósofo de la Ilustración Pierre Bayle (1647-1706) ha habido bastantes intentos de desarrollar una ética atea o evolucionista-materialista con el objetivo de desvincular la ética individual y social de su fundamento trascendente”. “Sólo la relación personal del yo con su Juez divino hace posible que la moral no sea una referencia a valores objetivos, sino una relación personal con el autor y epítome de lo verdadero y lo bueno”. El materialismo, en su vertiente liberal o en su vertiente marxista, es la filosofía que más daño ha hecho al ser humano.
Hoy en día hay quien pretende hacerse hoy con el poder global, a través de sus organismos, foros mundiales y sus agendas que disfrazan con caretas de filantropía; con esa ética “atea o evolucionista-materialista” dice Müller. ¿Es el Nuevo Orden Mundial basado en el poder del mercado legítimo? Gracias a la influencia económica las ideas de estas personas van calando en las sociedades a través de los Estados que dependen en gran medida de las empresas de estas personas. Se puede observar de forma muy gráfica cada vez que un político porta, con sumiso orgullo, el pin del circulito de colores (Agenda 2030).El debate y la critica a esas políticas globalistas sufre la persecución mediática cada vez que sale a flote; algo lógico sabiendo que la gran mayoría de medios y plataformas de comunicación pertenecen a estos “filántropos”. Müller no escatima en calificativos para con quien hacen de mamporreros del sistema. “Hoy en día, la palabra conspiracionista es un término de lucha ideológica utilizado por antifascistas retrasados mentales que llevan a cabo su “lucha contra la derecha”, utilizando métodos totalitarios, es decir, “intimidando a los medios de comunicación, amenazando con la violencia, como por ejemplo contra los jueces del Tribunal Supremo que negaron el derecho humano al aborto”.