Un equipo de arqueólogos dirigidos por Maria Lahtinen y publicado en Scientific Reports plantea que durante la Edad de Hielo las comunidades de cazadores-recolectores de la mitad septentrional del planeta se toparon con un excedente de carne. La caza era prolífica. Sin embargo no se consumía todo lo que se atrapaba. Aquellos humanos no podían subsistir sólo mediante proteínas cárnicas, por lo que priorizaron otros platos como la casquería o la grasa. Mucha carne sobraba. ¿Y quién podía consumirla? Los lobos. "A corto plazo y durante los meses de invierno más duros, lobos y humanos no habrían competido por los mismos recursos, beneficiándose mutuamente de su compañía. Esto habría sido crítico para mantener los primeros proto-perros durante años y generaciones".
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