jueves, 23 de julio de 2020

Felipe II, tal vez el rey más procatalanista


Felipe II

Felipe II, tal vez el rey más procatalanista. Tras la muerte de su madre, cuenta el historiador Henry Kamen, fue criado y educado en el seno de una familia catalana, los Requesens. Entendía el catalán hablado (el único rey que lo ha hecho), y siempre disfrutaba de sus visitas a Barcelona. Desde la década de 1560 se tomó como un asunto personal la reforma de la vida religiosa en la región. El gran año de la reforma fue 1567, cuando el rey despachó órdenes para la reforma obligatoria en todas las casas religiosas de Cataluña, incluidos los famosos monasterios de Ripoll, San Cugat y Poblet. La reforma tardó mucho más en implantarse de lo que jamás pudo imaginar el monarca, y en el caso de los cambios más importantes solo tuvieron lugar alrededor de 1590. En algunos casos, como en Ripoll, los monjes se negaron a aplicar las reformas y tuvieron que ser expulsados y reemplazados por nuevos clérigos procedentes de Castilla. Esto generó una situación delicada que irritó profundamente a las autoridades catalanas, y demostró que los catalanes podían ser muy pertinaces. Pero tenían mucho que agradecerle al rey. Felipe II fue el patrón más generoso e importante de la abadía de Montserrat, el principal símbolo religioso de Cataluña. En los días en que se encontraba dirigiendo las obras de El Escorial, en Castilla, dedicó mucho tiempo y dinero a la reconstrucción de la abadía de Montserrat entre 1560 y 1592, y visitó el emplazamiento en 1564 para ver cómo avanzaban las obras. Para asegurarse de que el altar de la nueva iglesia era como debía ser, ordenó a un artista que hiciera bocetos de distintos altares, que al final se construyeron en Valladolid y en su momento fueron transportados desde Castilla a Cataluña en 65 carros. Así pues, los castellanos desempeñaron un papel clave en la construcción de los símbolos religiosos de los catalanes, hasta el extremo de que la devoción de Nuestra Señora de Montserrat podía encontrarse por todas partes en Castilla, donde muchos altares y capillas están dedicados a la Virgen.

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