Desde el franquismo, la vivienda en propiedad ha sido el mecanismo más eficaz de “desproletarización” de la mayoría social. Vehículo de ahorro y acumulación del patrimonio familiar, recurso para épocas de escasez (como la jubilación) y forma de transmisión de patrimonio y estatus a las siguientes generaciones, escribe el sociólogo Rodríguez López.
Entre 1995 y 2007, el precio de la vivienda se multiplicó por un factor cercano a 2,5. Hizo mucho más rico, aunque solo fuera nominalmente, a los propietarios de vivienda, que en España eran la gran mayoría. Empujado por el crecimiento de precios, el patrimonio de las familias más que se duplicó. Trabajadores con ingresos modestos pero con títulos de propiedad, obtuvieron importantes plusvalías inmobiliarias, caso de vender propiedades, como acceso al crédito, dirigido al consumo y a la compra de nuevas viviendas, dice Rodríguez López. Durante este periodo, una parte importante de las familias pudo compensar el estancamiento salarial por medio del acceso al crédito y gracias a la expansión de las rentas financiero-inmobiliarias.
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