Si el consumo y la producción de China alcanzan el nivel de los del primer mundo, su impacto mundial será enorme. China ya sufre graves problemas medioambientales y demográficos. Su aire y su polvo contaminados llegan hasta Corea, Japón, Canadá y Estados Unidos. El número de automóviles se ha disparado en el país. La calidad del aire y del agua es tan mala que la esperanza de vida de un guardia de tráfico que trabaje en las calles de Pekín es de solo cuarenta y dos años. Los océanos de China están contaminados. El terreno del país padece una grave erosión.Cuando desechamos un televisor o un móvil viejos,
es muy probable que acabe en China en forma de basura electrónica. Los metales extraídos de nuestros televisores viejos se arrojan en los vertederos a cielo abierto que rodean las ciudades chinas. El norte del país ya sufre una grave escasez de agua, hasta el punto de que en ocasiones los grandes ríos carecen de caudal que verter al océano.
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