Derek, desde Canberra, escribía que “no creo que tengamos que preocuparnos mucho durante varias décadas más. Sobre el papel, China e India son centros de poder, pero la mayoría de sus ciudadanos ni siquiera disponen de alcantarillado o electricidad”. Barfiller añadía que no hay que olvidar “otros aspectos de las economías emergentes como conflictos fronterizos; conflictos sobre acceso al agua y otros recursos; patentes y derechos de propiedad intelectual; diferencias étnicas, religiosas e ideológicas; diversidad cultural; disputas históricas y guerras, etcétera. No será todo maravilloso para las naciones recién desarrolladas”. David, desde Vermont, advertía de que era necesario tener en cuenta “la distribución de la riqueza dentro de las poblaciones de esos países. La diferencia entre la “riqueza” del chino medio y sus privilegiados camaradas del partido es, en mi opinión, una brecha insalvable (como se ve en India)”.
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