viernes, 6 de junio de 2025

La ignorancia es admitida sin ningún reparo en los modelos de éxito social

La ignorancia, pintura de José Cukier
Resaltaba Ortega y Gasset en La rebelión de las masas, a finales de los años veinte, que “lo característico del momento es que el alma vulgar, sabiéndose vulgar, tiene el denuedo de afirmar el derecho de la vulgaridad y lo impone dondequiera”. La consolidación definitiva de la cultura de masas después de la Segunda Guerra Mundial, especialmente desde la aparición del televisor, indujo a Giovanni Sartori a escribir que “un mundo concentrado sólo en el hecho de ver es un mundo estúpido. El homo sapiens, un ser caracterizado por la reflexión, por su capacidad para generar abstracciones, se está convirtiendo en un homo videns, una criatura que mira pero que no piensa, que ve pero que no entiende”. “Hoy asistimos, dice Antoni Brey, a la culminación del proceso. La ignorancia está plenamente normalizada y es admitida sin ningún reparo en los modelos de éxito social, e incluso el acceso a las máximas responsabilidades públicas por parte de personas de ignorancia evidente se considera una muestra positiva de las virtudes del sistema democrático. Cualquiera, con independencia de su formación y aun dando muestras evidentes de su falta de cultura y de ánimo de enmienda, puede acceder a lo más alto de la estructura social. Cualquier observación al respecto emitida en público sería considerada hoy políticamente incorrecta. La ignorancia es atrevida, desacomplejada y, como todos en esta sociedad que constantemente reclama, exige también que se respeten sus derechos.”

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