martes, 10 de junio de 2025

Cuando Cataluña puso los fundamentos de la nación española

Isabel la Católica
Brilló en lo más hondo de la crisis del siglo XV, como un rayo de futuro, la intuición hispánica de Cataluña. Iba a estallar en el Principado la guerra civil entre Juan II y su hijo el príncipe de Viana. Al morir el príncipe, Barcelona se alzó contra el Rey de Aragón, que buscó entonces el apoyo de Francia. “En estas condiciones los catalanes destronaron a Juan II (de Aragón) y proclamaron Rey a Enrique IV de Castilla”. Pero Castilla no estaba aún preparada para consumar, como ya intentaba Cataluña, la unidad de España, un nuevo intento como el que dibujaron, siglos antes, Alfonso I el Batallador de Aragón y su mujer la reina doña Urraca de Castilla, que también fracasó por prematuro. En el siglo XV Cataluña rechazó, primero, a un pretendiente portugués y luego una invasión francesa. Y Juan II recuperó en Cataluña su horizonte hispánico. Con la experiencia del fracaso anterior, Cataluña volvió a jugárselo todo para lograr, a través de Castilla, la unidad de España. Cataluña convirtió a Isabel de Castilla en Isabel la Católica, Isabel de España. Esta conclusión de Vicens Vives es sinfónica: “La última baza del juego se discute sobre el tapete castellano. Enrique IV (de Castilla), eterno enamorado de la paz, había mantenido difícilmente el fiel de la balanza entre la grandeza castellana, entre Aragón y Francia, entre su hija (Juana la Beltraneja) y su hermana (Isabel). A su muerte estalló la inevitable contienda. Encendióse una guerra de sucesión en que no sólo se planteaba un problema jurídico (el de los derechos de las princesas Juana e Isabel) sino el más vasto de qué papel ejercería Castilla en la organización peninsular y en la política internacional. Francia y Portugal apoyaron a doña Juana, Aragón y sus aliados (Nápoles, Borgoña, Inglaterra) a doña Isabel. La eficaz juventud de Fernando de Aragón, el sentido reformista de la intervención aragonesa y catalana en Castilla, el auxilio militar y de los experimentados técnicos mediterráneos, dieron la victoria al partido isabelino”. No creaba, pues, Cataluña, en la crisis del siglo XV, la nación catalana, sino que ponía lúcidamente los fundamentos de la nación española. Cataluña, columna de la nueva unidad española.
Los grandes Borbones del siglo XVIII reducen la obsesión europea, intensifican la conexión americana y consiguen así la plena consolidación de la nación española, en una auténtica Segunda Fundación de España. Sin el menor problema político ni la menor exteriorización nostálgica por parte de Cataluña. Donde se genera, como demostrarán las formidables pruebas del siglo XIX, un profundo patriotismo español. Para esta Segunda Fundación de España, como había sucedido en la Primera (desde fines del siglo XV) Cataluña desempeña un papel primordial. Vicens: “Este proceso de integración social entre los distintos pueblos de España, en el que los catalanes tomaron parte decisiva mediante una triple expansión, demográfica, comercial y fabril, fue de mucha mayor enjundia que cualquier medida legislativa ideada desde la época de Felipe II”. La apertura total de América al comercio catalán por el Rey Carlos III, aclamado como ningún otro Rey de España en Barcelona desde su desembarco inaugural, cuando llegaba de Nápoles, originó un brote de colonias catalanas en América que defendieron hasta el último aliento, durante la guerra civil atlántica del siglo XIX, la bandera de España. Esa bandera nueva que había seleccionado el propio rey Carlos III como una concentración de los colores de Cataluña y a partir de la enseña naval catalana.

Referencia:El nacionalismo catalán (Ricardo de la Cierva)

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