Tropezar no es malo, encariñarse con la piedra sí. Apresurar las cosas o forzarlas a que pasen ocasionará que al final no sean como se esperaba.
Las palabras dichas en un momento de ira pueden seguir lastimando a quien se hiere, durante toda la vida. Disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es solo de almas grandes.

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