José March (Pequeña colección de sinónimos de la lengua castellana, Barcelona, 1834), señala: “Se toleran las cosas cuando, conociéndolas y teniendo uno por su parte el poder, no se impiden. Se sufren cuando uno no se opone a ellas, haciendo como que se ignoran o como que no se pueden impedir. Se permiten cuando se las autoriza por consentimiento formal. Tolerar y sufrir no se dice sino de las cosas malas o que se tienen por tales. Permitir, se dice tanto por el bien como por el mal”. El uso de la palabra tolerar se documenta en castellano a partir de 1440; intolerable y tolerable, a partir de 1515.
Ser tolerante es ser sufrido, indulgente, paciente, es consentir … hasta cierto punto. Hay dosis de tolerancia, niveles de tolerancia, límites de tolerancia, como cuando se oye la crítica: Sus padres le toleran demasiado. Para el Brocense, la tolerancia puede convertirse incluso en “un hermoso género de venganza”. ¿Hay que ser tolerante con escándalos en la vía pública? ¿Toleramos las casas de juego? ¿Los prostíbulos? El marco de la tolerancia no está por encima de lo justo y verdadero.

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