Emilio Castelar escribía que desgraciados son, en verdad, los que no han amado nunca. Ellos no pueden comprender ni sentir la dulce poesía del dolor. Ellos no han nacido para ser felices. Lágrimas ardientes, suspiros ahogados, horas de tristeza, infinitas dudas, temores, todo cuanto de triste y lastimoso da de sí el amor, todo es santo y todo es bueno; porque el sentimiento, como la idea, nos testifican que vivimos. ¿Puede haber nada más doloroso que vivir en la insensibilidad? Es el más grande y más temible de todos los castigos.
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