Para la escritora Susanna Tamaro la pasividad es uno de los grandes venenos de estos tiempos. Uno se vuelve pasivo en el momento mismo en que decide no crecer más, en el momento en que se detiene porque piensa que no puede o que no debe ir más allá. Se gira un conmutador y, al girarlo, uno se cierra ante la riqueza que la vida le sigue ofreciendo. Pero ¿quién ha dicho que existe, que debe existir un límite? Existe para la estatura física, pero no existe para la vida interior. Nos lo imponemos nosotros con nuestro miedo, con nuestro temor, con nuestras ideas preconcebidas.
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