Todos los refranes encierran una verdad y tienen un sentido porque están basados en la experiencia, afirma el escritor y profesor Andrés Amorós. El Quijote dice que “no hay refrán que no sea verdadero”. Los primeros en apreciar los refranes no son gente inculta, son los humanistas del Renacimiento quienes se interesan por la cultura popular auténtica, como Erasmo de Rotterdam, y nuestros clásicos, desde Berceo, Alfonso X el Sabio, el Arcipreste de Hita, don Juan Manuel, el marqués de Santillana o La Celestina, a los más grandes del Siglo de Oro, Quevedo, Góngora, Lope, Tirso, Gracián y Cervantes.
De Mal Lara distingue dos tipos de filosofía, la que se aprende en los libros estudiando a Aristóteles, San Agustín y todos los pensadores y la popular, que no se estudia porque nace de la experiencia y se transmite oralmente, eso son los refranes. Según Rodríguez Marín, el refrán ha de ser popular, breve, simbólico y didáctico, ha de enseñar algo, por eso el refranero, que es un resumen de la filosofía popular, ha influido tanto en nuestra mentalidad y muchas virtudes y defectos del carácter español se reflejan ahí.
Bajo su aparente sencillez, dice Amorós, utilizan eficazmente muchos recursos retóricos, paralelismos, anáforas, antítesis, elipsis, pareados…No es sencillo resumir un pensamiento en una fórmula breve, ha de estar bien escrito, tener forma poética, como un eslogan que se graba en la memoria. Son frases sencillas, pero rotundas y fáciles de recordar. Cuando el pueblo español repite un refrán es porque responde a la realidad, habla de los problemas de la vida, que a veces no son políticamente correctos, tienes un vecino canalla, un médico malo puede matarte, un político te hace la vida imposible, un abogado te puede hacer perder un pleito.
De Mal Lara distingue dos tipos de filosofía, la que se aprende en los libros estudiando a Aristóteles, San Agustín y todos los pensadores y la popular, que no se estudia porque nace de la experiencia y se transmite oralmente, eso son los refranes. Según Rodríguez Marín, el refrán ha de ser popular, breve, simbólico y didáctico, ha de enseñar algo, por eso el refranero, que es un resumen de la filosofía popular, ha influido tanto en nuestra mentalidad y muchas virtudes y defectos del carácter español se reflejan ahí.
Bajo su aparente sencillez, dice Amorós, utilizan eficazmente muchos recursos retóricos, paralelismos, anáforas, antítesis, elipsis, pareados…No es sencillo resumir un pensamiento en una fórmula breve, ha de estar bien escrito, tener forma poética, como un eslogan que se graba en la memoria. Son frases sencillas, pero rotundas y fáciles de recordar. Cuando el pueblo español repite un refrán es porque responde a la realidad, habla de los problemas de la vida, que a veces no son políticamente correctos, tienes un vecino canalla, un médico malo puede matarte, un político te hace la vida imposible, un abogado te puede hacer perder un pleito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario