“En los últimos años hay una tendencia muy fuerte de eliminar, sin sustitución adecuada, la palabra y el concepto de “alma”. Si la palabra “alma” desapareciera de nuestro uso vivo, se nos cerraría la comprensión de una fracción impresionante de la literatura, del pensamiento religioso, de lo que ha sido la vida real y el lenguaje humano durante “, escribe Julián Marías, filósofo y ensayista español.
“La vitalidad o “alma corporal” es aquello de donde manan todos los actos; la vitalidad, ascendente o descendente, es “contagiosa”, nutre todo el resto de nuestra persona, y como una savia animadora asciende a las cumbres de nuestro ser, manifiesta Julián Marías. Esa cumbre, el centro último y superior, lo más personal de la persona es lo que llamamos espíritu, el conjunto de actos íntimos de que nos consideramos actores y protagonistas; por ejemplo, la voluntad o los actos de pensamiento…..Entre vitalidad y espíritu se interpone la zona del alma, en la cual todo dura y se alarga en el tiempo.”
“La vitalidad o “alma corporal” es aquello de donde manan todos los actos; la vitalidad, ascendente o descendente, es “contagiosa”, nutre todo el resto de nuestra persona, y como una savia animadora asciende a las cumbres de nuestro ser, manifiesta Julián Marías. Esa cumbre, el centro último y superior, lo más personal de la persona es lo que llamamos espíritu, el conjunto de actos íntimos de que nos consideramos actores y protagonistas; por ejemplo, la voluntad o los actos de pensamiento…..Entre vitalidad y espíritu se interpone la zona del alma, en la cual todo dura y se alarga en el tiempo.”
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