Cuenta G. K. Chesterton que “la paradoja irlandesa que dice que un “hombre es tan bueno como otro y mucho mejor” contiene, como sucede con muchas contradicciones, una verdad; la verdad que servía de vínculo entre el cristianismo y la ciudadanía. El santo es el único de entre los seres superiores que no oprime la dignidad de los otros. No es consciente de su superioridad, pero es más consciente de su inferioridad que los demás”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario