Lobo come el cordero y con el cordero forma lobo, el cordero come hierba y con la hierba forma cordero. Esto fue advertido hace ya mucho tiempo, desde Demócrito y Epicuro. Lucrecio lo dice de la manera siguiente: “… y ello de tal modo que la naturaleza muta en cuerpos vivos todas las formas posibles de comida”. El cambio continuo de los seres vivos en otros seres vivos, independientemente de formas y propiedades, permitió a los atomistas griegos imaginar un principio común, un constituyente invisible que podría dar lugar, con distinto ordenamiento, a las distintas criaturas vivientes. La teoría atomista no tiene otro fundamento. Esta idea de que el cambio de un ser vivo en otro sólo es posible debido a estar hecho de las mismas partes, pero ordenadas de otro modo, ha permanecido a lo largo de los siglos y está en la base de las grandes teorías físicas recientes. Al notar, como sucede día a día a partir de los datos proporcionados por los grandes aceleradores, que cada partícula libre en una interacción propia genera otras partículas, se llegó a la idea de que “un principio común, un constituyente invisible, pero con distinto ordenamiento, da lugar a las distintas partículas libres”. Esta afirmación sólo ha requerido sustituir “seres vivos” por “partículas libres”. Es más, para extender la analogía, basta con sustituir teoría atomista por gran unificación. Incluso si la comparación no es del todo válida, la parábola del lobo, el cordero y la hierba habla en favor del maravilloso poder de razonamiento de los atomistas griegos. La habilidad de la naturaleza en generar especies y, por lo tanto, en producir cantidades de los mismos seres es inmediatamente generalizada por Lucrecio: “El mismo principio nos convence de que el cielo, la tierra, el sol, la luna y cualquier cosa viva no son únicos, sino que, por el contrario, existen en número infinito…”. Esta generalización ha llegado hasta nosotros. La versión moderna hablaría de un principio de universalidad de las leyes de la naturaleza, con la diferencia de que, en lugar de tratarse de una especulación, descansa sobre gran cantidad de datos observables.
Referencia: Proceso azar ( Peter Theodore Landsberg; Günter Ludwig; Margalef; Ilya Prigogine; Evry Schatzman; Jorge Wagensberg).