sábado, 1 de febrero de 2025

Los judíos también fueron perseguidos por el régimen comunista

Tras las revueltas estudiantiles del 68, los judíos, los pocos judíos que quedaron en Polonia, fueron acusados de haber sido ellos los que habían sido ellos los que habían urdido el “complot”. Una acusación infame, porque no habían tenido nada que ver con las agitaciones; era solo un pretexto para cubrir el ataque a los revisionistas e inflamar los sentimientos nacionalistas de la gente. Pero el asunto se les escapó de las manos a los dirigentes comunistas, empezando por Władysław Gomulka (Secretario general, el Partido Obrero Unificado de Polonia), que, por añadidura, estaba casado con una judía. Se desencadenó una autentica campaña antisemita cuya consecuencia fue que, entre los que se vieron obligados a exiliarse y los que abandonaron el país por propia iniciativa, desapareció la élite judía, formada al menos por quince mil personas.
El cardenal Wojtyla, firme defensor del dialogo entre religiones, tenía desde hace tiempo buenas relaciones con la comunidad judía; en las visitas pastorales a las parroquias nunca olvidaba detenerse en los cementerios hebreos. Pero cuando acudió a visitar , a finales de Febrero de 1969, la sinagoga de Cracovia, quiso que su gesto tuviera el mayor relieve posible, precisamente para expresar su solidaridad, y la de la Iglesia Católica, con todos los judíos, por lo mucho que estaban sufriendo una vez más, escribe Stanislao Dziwisz. 

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