En el primer capítulo del Génesis nos vemos ante el hecho capital de la creación, y es Creador mismo que contemplando su obra al termino de cada día, no solo afirma que el la ha hecho, sino que es buena porque el la ha hecho. Abarcando con su mirada el conjunto de su obra al terminar el sexto día, Dios puede por última vez atestiguar lo mismo y proclamar que su creación es muy buena. He aquí cual es desde el tiempo de San Irineo, la piedra angular del optimismo cristiano.Obra de un Dios bueno, el mundo no puede explicarse como el resultado de un error inicial, de una caída, de una ignorancia o de una defección cualquiera. San Irineo comprende y dice que el optimismo cristiano es una consecuencia necesaria de la idea cristiana de creación. Un Dios bueno, que hace todo de nada y confiere gratuitamente a los seres a quienes crea, no solo la existencia, sino aun su orden, no sufre ninguna causa intermedia y por consiguiente inferior entre el y su obra.Como es el único autor, asume la plena responsabilidad. Y lo puede, pues es buena.
Cuando San Agustín trata de representar el universo en su dependencia de la acción creadora, la formula que acude a su mente es el Eclesiástico. En su pensamiento la obra de la creación fue un fíat instantáneo, lo que no solo significa que los seis días de los que habla el Genesis son una alegoría y se reducen de hecho a un instante, sino que a partir de ese momento la obra de la creación está realmente terminada.El descanso del séptimo día dura todavía.Todo lo que nos parece que de nuevo se produce, nace , crece y se desarrolla, estaba ya ahí desde el primer momento de la creación. Fuera de los seres que Dios creó de forma acabada, creó los gérmenes de todos los seres por venir, al mismo tiempo que las leyes numéricas que presidirán su desarrollo en el transcurso de los tiempos. Cada vez que un ser nace bajo nuestra mirada, es el hecho mismo de la creación el que resplandece en toda su evidencia.Los padres que engendran no son nada, pero Dios es, y El es quien crea al niño; la madre que lleva al hijo en su seno no es nada, pero Dios es, y es El quien da al hijo el crecimiento.
Referencia: El espíritu de la filosofía medieval de Etienne Gilson
Referencia: El espíritu de la filosofía medieval de Etienne Gilson
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